Monday, September 10, 2012

HERIDAS DEL ALMA



Ciertos episodios logran paralizar las plumas imaginarias con las que los poetas dibujan sobre las hojas en blanco paisajes de belleza indescriptible.
He transitado esos senderos más de una vez, las piedras que arrojaban ciertos personajes nunca llegaron a rozar mi cuerpo, no obstante me llevaron a tomar decisiones irrevocables, irrevocables atemporales ya que de ninguna manera sabía cuando volvería a conjugar el verbo que muchos tienen olvidado y es compartir.
Compartir tanto en la paz como en los momentos que se desatan batallas verbales imposibles de contener.
Batallas que no serán premiadas con medallas por el valor al altruismo con los pares, batallas que nacen y mueren el mismo día que se generaron.
La experiencia siempre indica que es mejor alejarse de esos episodios, no por cobardía sino por la sencilla razón que a veces no hace falta atizar el fuego, fuego que prontamente se convertirá en cenizas, cenizas que no se elevarán para recorrer los cielos, cenizas que culminarán pisoteadas en el suelo hasta desaparecer por completo.
Cuando estos eventos ocurren prefiero aislarme en mi refugio.
Cumplidas las obligaciones diarias, aprovechando el aire primaveral que de a poco va cubriendo el paisaje con distintos tonos de verde camino hasta una Iglesia a cielo abierto.
No es lujosa ni está ornamentada con grandes vitreaux, tampoco hay pinturas de Leonardo u otros pintores reconocidos.
El piso no está conformado por listones de madera brillante que a la vista parecen un laberinto.
El suelo es la tierra, con algunas gramillas que son recortadas para que no opaquen la belleza de ese lugar sagrado que fue concebido por un habitante de un pueblo originario.
A ambos lados del pasillo natural hay filas de bancos construidos con noble madera igual que el altar donde una cruz gigantesca con la imagen de Dios mostrando que es parte de la naturaleza divina.
Pocos conocen ese lugar encantado, a él acudimos todos los que necesitamos encontrar paz que lleve al razonamiento, razonamiento que quizás traiga de su mano el entendimiento.
La incipiente calidez del clima propicia el nacimiento de las flores autóctonas.
Corté de mi jardín algunas para dejar en el altar de madera.
Creí que por la hora y el día laborable estaría sola.
Ingresé al bosque que la antecede, maravillada veía el techo formado por ramas enlazadas y las primeras hojas.
La luz del sol se filtraba otorgando a lugar un aire misterioso.
En el primer banco un hombre rezaba, me llamó la atención el rosario que sostenía en sus manos, el mío era parecido, estaba confeccionado con rosas pequeñas que elaboraban en un convento de un país lejano.
La curiosidad hizo que me acercara al hombre solitario.
Las cuentas de su rosario eran espinas que lastimaban sus manos, dejando que las gotas de sangre regaran la tierra.
Rompió el silencio preguntándome si alguna vez me había sentido sola de soledad absoluta.
Asombrada le respondí que jamás había llegado a ese estadío.
Concluidas las oraciones quise curar sus manos lastimada, recibí como respuesta que solo el tiempo podría sanarlas.
En ese instante comprendí que debía alejarme en prudente silencio.
Supe que las lágrimas del poeta no serán capaces de dibujar sus sentimientos.
Atemporal como él, me sentí identificada con ese hombre extraño.
Entendí que no es necesario comunicarse con los otros cuando falta el entendimiento.
Quería abrazarlo, contarle de mis desventuras en un espacio literario, decirle que no estaba solo, dejar que mis lágrimas se unieran en comunión perfecta.
No pude, tanto él como yo volveremos a compartir cuando sanen las heridas del alma.

http://www.youtube.com/watch?v=7VTU8udx98Y&feature=related

2 comments:

Acerola said...

Sencillo, bonito y sentido,
Acerola

Acerola said...

Bonito, sencillo y sentido,
Acerola