La duración de la luz diurna fue uno de ellos.
En las ramas de los árboles aparecían los primeros brotes, pequeños, frágiles.
Un ruiseñor desorientado, tímido, glorioso obsequiaba sus gorjeos.
No conté cuantas crisálidas deseaban convertirse en mariposas, el aleteo colorido no hablaría jamás de su efímera vida.
En los cerros el escaso calor no propiciaba el derretimiento de las nieves eternas.
La ciudad se había convertido en un espacio en el que sin permiso se había alojado la bruma, bruma espesa que no permitía observar la llegada de los turistas, parecía que arribaban a una ciudad sin vida.
Como siempre, el solitario estaba en la playa, con una rama dibujaba en la arena,los nombres de las personas que tanto había amado.
El oleaje se llevaría a las profundidades del océano aquellas identidades sin violencia, solo melacolía.
No tenía sentido abrir las ventanas, el aire húmedo, salado, dañaría todos los objetos de la casa.
La soledad parecía haberse adueñado de la ciudad, una ciudad habitada por fantasmas del pasado, presente o futuro.
Pude acercarme a los más conocidos, observar los rostros compungidos, apáticos, demasiado parecidos a los autómatas que caminan sin rumbo fijo.
Por el rostro de Camila rodaban lágrimas de impotencia, la misma que sentían los comerciantes de la zona al notar que ningún turista los visitaba.
Todo estaba detenido en un tiempo imposible de describir con palabras.
No me gustaba el entorno que producía, asfixia, soledad y tristeza.
¿Qué podría hacer para devolverles a cada uno sonrisas y esperanza?
Convoqué a la imaginación, yo misma era parte de ese paisaje exánime.
En minutos desplegué mis alas, no se cuánto tiempo demoré en llegar a la estrella más luminosa, mi propósito era pedirle ayuda.
Grande fue mi sorpresa ante tanta generosidad, sabía de los inconvenientes que ocurrían en mi pueblo.
Rápidamente firmamos un pacto sin fecha de vencimiento, la condición requerida era respetar tiempos, descartar los abusos que suelen tener consecuencias no deseadas.
Debía olvidarme de los otros nombres con los que se lo conoce, Ra, Febo, para transferirme las facultades que tiene el Sol.
Accedí gustosa, en definitiva no me pedía tanto.
Colgó mis alas imaginarias en uno de sus rayos ocultos.
Cambió mi atuendo terreno por uno de color dorado.
Solo me advirtió que fuera cuidadosa, que no cometiera excesos.
Es así que en instantes muté a Sol, conservando de mi envase original la mirada.
No hubo despedidas solemnes en el momento que me indicó debía partir.
Iluminada, viajé por muchos escenarios de la naturaleza.
Vestida de Sol logré derretir las nieves eternas, convertirlas en cascadas transparentes entregando su canto a las piedras.
Pude secar en ese estadío las lágrimas que rodaban por tu rostro acongojado, no pude proveerte nada en ese instante idílico, debía continuar mi obra.
Viajé por lugares desconocidos, protegí a mis adoradores en las playas.
Cubrí sus cuerpos con sombras con el único objetivo de no lastimarlos, reí con todos aquellos que celebraban mi presencia.
Fortalecí los brotes de los árboles hasta que se convirtieron en hojas, produje un estallido de colorido y fragancia en las flores.
Las crisálidas se convirtieron en elegantes mariposas, a nadie conté de su vida efímera.
Estuve presente en las luces del alba, amanecí emergiendo de las profundidades del océano.
Apuré la cosecha, los trabajadores reían al encontrar el punto exacto para cortar los frutos anhelados a fuerza de tiempo y trabajo.
Evité jugar en los lugares acechados por grandes sequías, no lo hice en soledad, la lluvia oportuna evitó incendios típicos de la temporada.
Fui guardián de bosques y especies.
Debo regresar para devolver a su legítimo dueño los atributos que me fueron concedidos.
Me despediré más allá del nombre que me adjudiques, reservo mis lágrimas para otra ocasión, quisiera abrazarlo, no puedo.
Recuerda que estoy dispuesto a compartir cada minuto de tu vida.
http://www.youtube.com/watch?v=XMbvcp480…
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