DOMINÓ Y LIBERTAD

Bergen tiene la edad del tiempo, demasiado joven para ser anciano, mayor para ser un niño.
Comerá con ansias el plato de comida sabrosa que preparó Ava, mujer de mediana edad que eligió para que lo acompañara a recorrer los senderos de la vida.
Esa tarde hace frío en Berlín, temperatura que no presagia que en poco menos de un mes llegará el verano.
Besa a su mujer al despedirse.
Majestuosas se levantan las puertas de Brandenburgo, símbolo de la ciudad unida.
Es temprano, sube al monumento para no perderse nada del espectáculo.
El sol del atardecer intenta abrigarse con un manto de nubes blancas.
En pocos minutos aparecerá el maestro a ejecutar las más bellas melodías, esas que por su belleza forman surcos en el alma.
Trozos del muro derribado forman una calle adoquinada.
El tren llega a Berlín sin hacer sonar su silbato, respetuoso llega en silencio.
Los turistas arribados de distintas partes del mundo no quieren perderse el festejo que abrió el camino de la libertad.
Como un pájaro sin alas se deposita a su lado una tarjeta, puede leer el siguiente texto:

"Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo."

Rabindranat Tagore.

Ignora que uno de los turistas le acercará una invitación para visitar Buenos Aires, conocerá otras culturas.
No existen las divisiones ante el idioma desconocido, el espíritu de libertad es solo uno.
Enjuga las lágrimas emocionadas.
Con la ayuda de Ava prepara las maletas, mientras el sol generador de vida se esconde para dar paso a una luna redonda, capaz de unir todos los continentes.
El nuevo amigo le ha hablado maravillas de su tierra, de la libertad que se respira, entusiasmado pactarán el reencuentro en el mes de mayo, fecha propicia para conmemorar la fecha nacimiento de otra patria lejana.
El vuelo llega en horario, se aloja en un hotel de la Avenida de Mayo.
Le agrada el paisaje, las copas de los árboles se abrazan sin pedir permiso.
Pasados unos días comprueba en carne propia que miradas anónimas siguen sus pasos, parecieran escuderos que lo siguen a todos lados.
Intenta borrar las imágenes de esos seres que se han convertido en controladores, no quiere opacar la estadía, en su patria la historia cuenta de las persecuciones continúas, el fijarse qué hace el otro, criticar sin sustento hasta lastimar sin importar absolutamente nada.
No quiere asimilar que en ese lugar tan lejano y amable las viejas historias pueden repetirse, sabe como comienzan, los finales son inciertos.
El corazón oprimido se niega a trazar paralelismos históricos, atribuye sus sensaciones al estar en un lugar desconocido.
Pese a los esfuerzos siente la presencia de ese ejército de fantasmas que lo miran en forma constante, siente que lo señalan, tiene miedo de esos humanos que todo lo juzgan.
Apura el paso, su amigo argentino lo espera en un café, se tranquiliza al confundirse en un abrazo.
Pregunta por qué se han colocado vallas en el trayecto, pronto sabrá que son para separar al público de los organizadores del festejo.
Juan le explica que muchos niños han dejado sus dibujos en planchas de telgopor que parecen gigantes dormidos, piezas de dominó con diversas imágenes
Disfruta viendo el colorido, por primera vez observa que algunos rectángulos tienen los colores de las banderas de países del mundo acompañando la celebración.
Reina la algarabía.
El tenor quiebra los murmullos de los asistentes, su voz infinita se eleva.
Lentamente caen las piezas del dominó, es igual a cuando se quiere recobrar la libertad de los pueblos, se hace sin prisa y sin pausa.
Se suma al aplauso interminable, comprende que el valor más preciado es capaz de unir a todos, sin tener en cuenta razas, credos o religiones.
La libertad asoma en todos los hombres y niños que quieren tenerla para siempre.
Comprenderá lo necesario que es vivir libre.
Lejos quedarán los fantasmas que acechaban el camino.
El mundo tiene como exclusivos dueños a todos los humanos que conocen la libertad y velan por ella.



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