TU CIEKI MI DESVELO

Te propongo un ejercicio para que tu cielo deje de ser mi desvelo y se convierta en realidad.
No mires mi aspecto físico actual no deseo que mis alas negras de dolor lleguen a entristecerte.
Me han dicho que para poder acercarme a tu cielo debí ser la réplica de un ángel dispuesto a desplegar sus alas para el comienzo del ascenso,
Cuando miré el color de las plumas de mis alas de plumaje tan oscuro reclamé pues no se correspondían con el pedido original.
Quien las confecciona es un ser especial, es una mujer alada, su misión en la tierra es cumplir los anhelos de todas las mamás que desean reencontrarse aún cuando sea por un solo instante con los hijos que Dios eligió para convertirlos en ángeles que lo acampen toda la eternidad, evitando que de esa manera sean prisioneros del sufrimiento.
Me recomendó que buscara un lugar alejado de la ciudad. Un espacio solitario que me permitiera observar la plenitud del cielo antes que la noche fuera totalmente oscura.
Aseguró que las estrellas siempre está colgadas de la esfera celeste donde ahora estás.
Solo con esas alas que ahora son negras podría mirarlas cuando el crepúsculo con sus colores salidos de un cuento le dieran paso a la oscuridad.
El ascenso sería tranquilo.
La ilusión de verte tan solo un momento morigeraría el gran dolor que llevo en mi alma y las dichosas alas durante el ascenso comenzarían a mutar a matices claros.
Nunca sería blanco pues ese tono esta reservado ara quines tendrán el mismo destino tuyo.
He caminado bastante para encontrar el lugar donde comienzan a asomarse los peldaños de la escalera que lleva al Reino de los Cielos.
Una escalera que no se parece a ninguna de las que tanto vos como yo hemos visto en la tierra.
Cada escalón así como las barandas para sostenerse tienen los primeros matas de flores de color blanco y las segundas flores multicolores aradas con cintas blancas.
Lentamente ascendía, no quería perder ningún detalle de ese paisaje tan conmovedor.
Tal como me habían informado mis alas negras fueron cambiando el matiz hasta convertirse e un color rosa muy pálido como el rosal del jardín de la casa vieja que supimos habitar cuando conformábamos una familia feliz, palabra que ya no existe en mi vocabulario pues sos el dueño de la guarda hasta que los designios del destinos nos unan más allá del tiempo y la eternidad.
Suelo contar en la vida real los escalones que debo subir.
No fue necesario hacerlo en esta ocasión, tampoco podrá haberlo realizado.
Sin fuerza de gravedad el ascenso fue más rápido y tranquilo.
Solo me preocupaba tu posible reacción al visitarte en un lugar tan especial sin anuncios previos.
Por fin llegué al destino prefijado.
Mi cuerpo temblaba, no de frío sino prisionero de la conmoción.
Tenía terror a que las puertas del cielo se cerraran antes de mi legada.
Afortunadamente no ocurrió.
Sentí placer al observarte conversando con otros seres de luz como vos.
Corriste a mi encuentro con la característica sonrisa de siempre.
Estremecida volví a escuchar tu voz.
Mis sentimientos pugnaban por salir arrebatadamente.
Pude darte los besos que no te dí durante casi diez y siete meses, abrazarte como antes.
Noté en tu mirada plácida un color especial.
Como antes otra vez nos entendíamos a través de aquella.
Sentí por enésima vez que el amor no se puede dimensionar.
Entendí que querías decirme algo que a los dos nos produciría una profunda tristeza.
Con la dulzura que siempre caracterizó tu voz de barítono, me susurraste al oído que la visita había culminado, te abracé con el mismo fervor de hace tantos meses, me pediste que regresar a mi lugar.
Una lágrima rodaba por tu blanquísimo rostro, toda la belleza del mundo la tenías vos.
Desandé el camino con el placer de haberte abrazado y besado como antes.
Desperté en mi cama odiando como siempre hacerlo.
Esos instantes maravillosos fueron parte de un sueño que creí era realidad tangible.
Lloré como nunca, sentí que el destino me había engañado nuevamente.
Nunca tuve alas ni de color negro u otro.
El sueño me traicionó.
Solo le ruego a ese Dios que acuna tus sueños que tenga piedad con los míos.
No deseo conformarme una vez más.
Te quiero, te necesito para componer los desgarros de mi alma.
Fui inmensamente feliz mientras el sueño duró.
Sabés que no me conformo fácilmente.
Así como le ruego a Dios que mis utopías se conviertan en realidad, a vos vida de mi vida nunca dejaré de pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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