Tuesday, July 24, 2018

EN MI ALMA, SIEMPRE





Es habitual caminar por los senderos de la vida y encontrar en ellos madres llevando de la mano a sus hijos.
El destino le había promeido a un Ser Superior, una maravilla humana, como agradecimiento por haber obtenido su perdón.
Ignoraba que existían esas ofrendas cundo quiere agasajarse a quien ha perdonado nuestros errores.
Ni remotamente llegué a pensar que ofrecería tu vida.
En la tierra acaricibas proyectos próximos a cristalizarse.
En ocasiones no pensamos que una actitud como esa conlleva el horror de sacarle de las manos a una mamá a su hijo.
No es sabio el destino cuando tiene actitudes como la señalada.
Egoísta solo se detiene a pensar en quedar bien.
Poco le importa el sufrimiento horrendo al que somete a una mujer, quien durante nueve lunas gestó su mejor obra para traerla a la tierra.
Las mamás creemos que damos vida para siempre, o bien hasta que nos llegue el momento de partir hacia otros planos.
Devolviendo en ese momento inolvidable el amor que recibieron, sosteniendo en sus manos flores vestidas por lágrimas que nunca se detienen.
Los pensadores griegos afirmaban que quienes perdían la vida, tendrían como hábitat el oscuro inframundo.
Disentiré con raciocinio siempre con aquellos.
En ese lugar tenebroso quedamos los que seguimos en la tierra.
Sé que no soy la única que ha pasado por tan siniestras circunstancias.
Somos muchas las que atravesamos la ruta de la ausencia.
Todos los duelos no son iguales.
Con el paso del tiempo se supera la muerte de familiares, amigos.
Nunca será
Imposible, intentar salir debajo de los escombros que caen cuando se ha hijo el ser que más se ama en la vida.
Los científicos de ciencias neurológicas, ayudan a lograr un estadío cercano a la paz.
A su vez reconocen que el duelo de un hijo es insuperable e incluyen otras vidas.
Lo mismo dicen los grandes estudiosos de teología.
Para éstos no alcanza apoyarse en la fe divina para salir de las tinieblas.
El proceso es lento, doloroso.
Al principio surge el instinto maternal acompañado de la desesperación que no comprende en su cabal dimensión, la tragedia reciente.
La vida se nos cae encima.
Tenemos que comenzar nuevamente, cuando en realidad deberíamos acompañarlos.
Revolotea como si fuera un pájaro con las alas rotas tu frase preferida “Nada dura para siempre”.
Tan cierta y precisa que me parece las estás repitiendo, mientras acompañás las letras que te dedico.
Nadie como vos para entender que su mamá es ansiosa.
Quiero imposibles.
Cristalizar utopías irrealizables como es la de tenerte nuevamente.
Poder visualizarte.
No guardar más besos y caricias en mi mochila.
Sos el destinatario, te pertenecen.
Por más que pida que mi sueño se cumpla, soy conciente que no sucederá en el momento que quiero.
Otra vez el destino, que aparece sin ser convocado, pareciera gozar cuando expresa que debo esperar mi momento.
¿Acaso sabe de los sentimientos de una mujer que ha perdido la mitad de su existencia?
La crueldad que posee lo convierte en invidente.
Quisiera escribirte letras que arrancaran tu risa.
Quitarte con un tibio abrazo la melancolía que habita en tu bella mirada.
La impotencia de no poder lograrlo, agrega temores a la tristeza profunda alojada en mi alma.
¿Qué pasaría si no se produce el milagro del reencuentro?
Eso que quedara de mi se hundiría en el pozo más profundo.
Sé de tu esfuerzo para que me vea como en el ayer no lejano.
Admiro tu valentía.
En tu mente quedó para la eternidad los versos que leía tu abuelo paterno, del poeta Almafuerte “Si te postras, diez veces te levantas, otras diez, otras cien otras quinientas”
Recordándolo te da la energía necesaria para levantarme cuando estoy herida.
Heridas que no sanan en la vida terrena.
Tal vez sea posible morigerarlas en otras dimensiones que deseo conocer y no me dejan.
¿Sabe Cronos que esta mamá necesita darle un beso a su hijo?
Claro que no me conformaría, pero sería encender la llama de la ilusión que no pierdo, más allá del golpe feroz que me fue asestado.
Necesito tu sana presencia, la sonoridad de tu risa.
El silencio lleva al hartazgo.
Preciso que nuestras miradas establezcan aquellos diálogos fabulosos, que solo nosotros comprendíamos.
Tesoro sabés que sos el ser que más amo en la vda.
Te pido paciencia.
Por favor esperá mi llegada.
So en mi rostro vieras rodas las lágrimas, no te preocupes. El reencuentro tiene variados efectos.
Como siempre te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=fE7b5JLZMXc

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