Sunday, October 08, 2006

SEPTIEMBRE DEL 2005

Carolina, era una mujer joven, tenía la belleza que otorga la juventud, su mirada color caramelo dejaba ver su alma.
Pese a los avatares de la vida siempre buscaba las cosas buenas de todo lo que ocurría, cursaba sus estudios en forma brillante, su anhelo era ser una profesional joven y destacarse por sus conocimientos.
A través de la red conoció al hombre que le sacaría el sueño, ese hombre que muchas veces transformó sus risas en sollozos.
La admiración y el amor estaban separados por una delgada línea, Carolina sin mirar las consecuencias de sus actos, decidió cruzarla.
La red los acercaba cada noche, por el espacio navegaban las palabras más hermosas esas que solo pueden engendrar los más puros sentimientos, interpretaban sus sensaciones y el silencio era una melodía que solo pueden escuchar los enamorados.
En noviembre los encuentros en la red siguieron, algo fortuito , una noche cargada de estrellas Enrique finalizó uno de tantos encuentros cibernéticos y a partir de ese momento todo cambió. El cielo que hasta ese momento parecía un cuadro fue surcado por un relámpago, presagio que a partir de ese instante ya nada sería igual.
Tenían que conocerse para que sus almas estuvieran en comunión para siempre, para que sus cuerpos fueran uno solo.
Carolina estaba ansiosa, eligió un vestido que realzaba sus formas, dejó sus cabellos sueltos que invitaban a una caricia infinita, antes de salir revisó su correo las palabras de la otra como un filoso cuchillo desgarraban su corazón.
Se dieron otra oportunidad, esta vez ella manejaría hasta su encuentro, al llegar a una ciudad cualquiera, decidió escribirle un mensaje a su amado para decirle que faltaba poco para ese encuentro soñado, mientras esperaba respuesta navegó por la red y otra vez la pantalla le devolvía la misma sombra.
Con los ojos inundados de lágrimas emprendió el regreso, otra vez habían matado sus ilusiones, una vez más la soledad sería su compañera.
Pronto advirtió que Enrique pese a que le había prometido amor eterno nunca había estado solo, lazos indestructibles lo unían a otras mujeres.
Superado el engaño volvieron a darse la oportunidad de conocerse, de iniciar una vida juntos, no habían dejado ningún detalle librado al azar, de la mano recorrerían las playas hasta que el cansancio se apoderara de sus cuerpos y en la arena gestaran a su primer hijo para el que ya habían elegido nombre.
Hoy las circunstancias han decido que reine el silencio.
Carolina quiere que el tiempo corra porque de a poco su corazón golpeado va muriendo.
Solo tienen escritas unas líneas del destino, falta diseñar el resto, tarea difícil cuando se intenta recomponer desde ese enemigo del amor que es el silencio.
Estos sucesos serán incapaces de apagar sentimientos profundos.
Pronto el sol jugará a salir del océano, para regalar su calor, cuando esté en el punto más alto unirá sus cuerpos.
El canto de los pájaros arrullará sus sueños, la brisa jugará con la cresta de las olas, sobre ellas al fondo del mar se irán las sombras.
Ese día cuando la fuerza del viento corte todos los lazos, ambos sabrán que la vida de dos almas gemelas recién comienza, no habrá relojes, espacios o tiempo, solo dos seres que desean vivir sin ataduras , sin mentiras, nada quedará escondido solo así podrán unir sus almas y proyectarse en el tiempo.

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