Friday, October 23, 2009

UNA LLAVE



Hoy decidió llevar a sus pequeños a la escuela, Mauricio el chofer de la camioneta va en busca de los otros niños.
Tienes varias horas para caminar por la playa, es su pasión, la que dispara los sentimientos.
A veces, muchas, siente nostalgia, la patria que la viera nacer está lejos, otras se pregunta si es justo someter a sus hijos a vivir en una nación totalmente extraña, no por el idioma sino por las costumbres.
Acepta los designios de la vida y camina, la brisa juega con sus cabellos ensortijados.
Atrás quedaron las playas del centro de la ciudad, en ese lugar las arenas son blancas, no hay desperdicios arrojados por los que no conocen el significado de la palabra respeto.
Sentada en la arena mira el devenir del agua.
Más allá está la playa de ripio esa que usan los surfistas para hacer piruetas sin molestar al que solo contempla la belleza.
Ha caminado mucho.
Necesita descansar, atrás los hoteles que reciben a los turistas quedan pequeños.
Las coloridas casa de madera de los pescadores se han transformado en un punto lejano.
La botella de agua que lleva en la mochila saciará su sed.
La espuma blanca corona las olas.
Deja que sus pies descalzos sean salpicados por ese océano tan diferente y frío a otros que conociera.
Sobre la arena encuentra una llave, común nada la diferencia de las que ha visto.
La toma en sus manos, cierra los ojos como si alguien se lo hubiera exigido.
Etérea emprende vuelo.
Prevalecen los sentidos.
Otro mar la recibe.
Abre sus ojos, la mirada recorre el sitio, un pequeño sendero la llevará a su lugar en el mundo.
La casa está sola, es tan bella que parece dibujada por un excelso pintor.
Golpea, nadie atiende.
Introduce la llave en la puerta de entrada, en ese momento se corporizan todas las voces, puede reconocerlas, escucha la risa de sus hijos, la voz alerta de su amor de toda la vida.
Le pide que regrese de este sueño, pronto estarán nuevamente allí, en ese espacio que el destino eligió para ellos.
No siente frío, solo las gotas de una lluvia que se transformarán en nevada tardía, le indican que es hora de regresar a casa.
Se despide del cerro que aún conserva sus cúspides blancas.
El corazón galopa en su pecho, pronto muy ponto, agradecida dejará con su familia el país que los acogiera sin preguntarle nada.
Regresarán las sonrisas, el vuelo morado será quien los lleve a un nuevo y conocido destino.
Guarda la llave que le permitirá recorrer los paisajes conocidos.
El faro del fin del mundo guía a todos.
No dirá nada, solo esperará que el sueño de volver se concrete

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