AMOR DE MI VIDA

La soledad se adueñó de todos los espacios.
Habían sido felices con poco o mucho, depende de la óptica que se utilice como parámetro para medir los sentimientos.
Seguramente no hay una establecida que llegue a ser capaz de evaluar los sentimientos que se hacen carne de los seres que se han amado intensamente.
Palabras que no estarán nunca jamás.
Proyectos que no verán la luz.
Murieron antes de nacer, fueron programados por dos que se amaron sin límites, sin reglas establecidas, solo amor, amor del bueno.
Cada espacio era ocupado por la respiración del otro, cada sonido evocaba las palabras que se dijeron.
El silencio supo interpretar aquellas que se callaron.
Caricias escondidas, otras que pudieron observar solo aquellos que eran capaces de sentir vibraciones, allí, en ese lugar que dicen ocupa el alma.
Cualquier sitio era propicio para que se demostraran el amor que los unía.
Risas compartidas, gestos.
El dolor llegaría una tarde de junio.
Prolijo,impertubable el médico los esperaba.
La idea era buscar los resultados que confirmaran que la pareja engendraba el hijo tan buscado.
No pudo ser esa vez.
Abrazados caminaron por los pasillos.
Rieron contando las baldosas blancas y negras.
Necesitaban superar la fantasía que no se había concretado.
En un instante el mundo cambió todas las imágenes.
Juan, por darle un nombre sentía que perdía las fuerzas.
La piel pálida se asemejaba al mármol.
Consternada lo tomó de las manos, quería transmitirle vida.
La silla de ruedas lo dejó en el consultorio desierto.
El olor a desinfectante traía la realidad no deseada.
Estudios, más estudios, confirmarían las sospechas.
Juan padecía una enfermedad terminal.
La ciencia no había sido capaz de encontrar cura.
Lentamente se fue debilitando, perdía defensas.
Alina decidió llevarlo a la casa que compartían.
Las ramas otrora coloridas de las buganvilias se adherían a las columnas.
Cada vía que colocaba en los brazos del hombre que más había amado en la vida, laceraba el alma de la joven.
Noches sin descanso.
Imposible contener el llanto.
Invierno.
Mañana tranquila.
Débiles rayos de sol intentando emerger del agua.
Brisa suave desnudaba los árboles.
Quietud en la habitación.
El monitor marcaba los latidos del corazón de Juan.
Alina besaba el cuerpo de ese ser que había dejado de pertenecerle.
Realidad.
Líneas planas, sonidos que jamás podrá olvidar, anunciaron la muerte del hombre que logró darle sentido a su alma enamorada.


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