Monday, June 27, 2011

CICATRICES





Helena es una joven mujer.
Educada en los mejores colegios siempre demostró su inclinación por la pintura.
Era una niña cuando recibió para un cumpleaños, telas, pinturas, paleta de pintor.
El abuelo le confeccionó un atril en noble madera que tenía la particularidad de extenderse a medida que la pequeña fuera creciendo.
Un cuarto de la casa que habitaba con sus padres y Julia la hermana menor fue transformado en salón de pintura.
Julia acompañaba siempre a la pequeña artista, la observaba en silencio, sentada en un banco de madera.
Fascinada miraba las creaciones que Helena dejaba en la tela.
Pájaros con alas desplegadas, parecían a punto de levantar vuelo.
Flores fantásticas, tan reales que se podía adivinar la fragancia.
Gotas de rocío deslizándose por los pétalos multicolores.
Pese a que era una artista nata, necesitaba perfeccionar la técnica de la muchacha.
Los padres contrataron a un profesor de otra ciudad.
Un hombre de mediana edad al que un accidente le había quitado movilidad a su mano derecha, ello no constituiría ningún obstáculo a la hora de difundir conocimientos.
Compartieron años de enseñanza y aprendizaje.
Para ese entonces Julia continuaba los estudios en el exterior.
En verano los vecinos de la pequeña ciudad estaban acostumbrados a ver al maestro y su alumna instalados en el jardín.
Jorge guiaba las manos gráciles de Helena, cual aves imaginarias se deslizaban por la tela.
El paisaje era disparador de las mejores pinturas.
En pocos días se llevaría a cabo en un centro del municipio la primera exposición de la artista.
Cuadros impresionantes a los que solo les faltaba el don de la palabra.
Comenzaron los viajes a nivel nacional e internacional.
Las obras de Helena eran apreciadas en los lugares más remotos del orbe.
En las revistas de arte aparecían entrevistas a la joven pintora.
La vida se desarrollaba entre lujosas habitaciones de hotel y aviones.
La diferencia de edad no fue obstáculo para que entre ambos naciera una relación apasionada.
Se necesitaban, se amaban.
Una tarde de verano decidieron recorrer la campiña francesa.
Sitio al que un ser superior había dotado de una enorme belleza.
Reían como niños.
Jorge era un experto conductor, le gustaba la velocidad.
Un beso robado impidió que viera la curva que se avecinaba.
El accidente se llevó en segundos al amor de Helena.
Ella sin conocimiento fue trasladada a un hospital.
Curiosamente no había recibido ninguna herida.
Pese al esfuerzo de los médicos no lograban despertarla.
Decidieron trasladarla a su ciudad de origen.
En la casa montaron un pequeño hospital para que recibiera atención las veinticuatro horas del día.
Helena despertó.
La mirada perdida no tenía lágrimas, el corazón quebrado adivinó que el amor de su vida jamás volvería a estar con ella.
Comenzó a pintar rostros con las cicatrices más tremendas que se puedan imaginar.
Pinturas atormentadas.
Hoy Helena está en una casa de salud mental, sigue pintando.
Los médicos no pueden anticipar el futuro.
Es una mujer sana.
Se ubica en tiempo y espacio.
El último cuadro es revelador.
Sobre la tela blanca distintas lineas rojas, representa a las cicatrices que tiene en el alma.


http://www.youtube.com/watch?v=xaaiwLhehss

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