Friday, June 10, 2011

EL VENDEDOR DE PARAGUAS




Decidió radicarse en una provincia sureña.
Nada lo ataba a Buenos Aires.
Los últimos años habían significado pérdidas constantes.
El amor de su vida tiempo atrás y con lentitud comenzó a escalar los peldaños de cristal de la escalera que lleva al cielo.
Rosas y azucenas en la despedida.
Promesas de reunirse en otra vida.
Los hijos viajaron desde otro lugares del mundo para acompañar al padre en esos instantes de tragedia.
Mañana nublada , similar al dolor que a todos aqueja.
Camino de piedras.
En los bordes los pinos erguidos observan a esa familia doliente.
Esperarán en la capilla de la necrópolis le entreguen la urna que contiene las cenizas del ser que más han amado en la tierra.
Ruega a sus hijos que continúen la vida.
Las ausencias se sienten estando lejos o cerca.
Les cuenta que con Alejandra tenían pensado mudarse a otra provincia.
Necesitaban salir de la vorágine que implica vivir en una ciudad como Buenos Aires.
Siempre despierta, ruidosa, insegura.
La casa que ocuparían estaba señada, pensaban inaugurarla con una fiesta sorpresa donde los hijos serían los principales invitados.
El destino impidió concretar esos sueños.
En el aeropuerto esperaban pájaros plateados, el ruido de las turbinas tapó las últimas palabras cariñosas.
Con diferencia de minutos una aeronave despegaría hacia el sur, la otra se dirigía allende los mares.
Los primeros días se alojó en un hotel de la zona, necesitaba modificar uno de los salones, allí ubicaría su negocio.
A la venta y reparación de paraguas anexaría artículos regionales.
Recipientes de cuero contenían la mercancía.
La variedad contemplaba todos los gustos.
Sedas italianas, mangos tallados en fina madera.
El empleado ocuparía el taller, separado del salón central por una puerta corrediza.
Muchas veces sonrió al escucharlo cantar mientras trabajaba.
El tiempo no era capaz de curar las heridas.
El negocio funcionaba, nada mejor que un paraguas para caminar debajo de la tenue llovizna o protegerse de una nevada.
Muchos clientes quisieron comprar el paraguas azul que se encontraba en una vitrina, en su sencillez era el más hermoso.
Siempre contestaba que no estaba en venta.
Solo él sabía que era el recuerdo palpable de la compañera de su vida.
Mañana fría.
El sol tibio escondía sus rayos detrás de las nubes, preludio de nevadas.
Sacó al paraguas del exhibidor, aún conservaba el perfume de ella.
Lo colgó del brazo, sentía las manos de su mujer acariciándolo.
El escribano lo esperaba en media hora.
Caminaría las cuadras que lo separaban del despacho.
Contempló la bahía, pocas veces la había visto tan calma y hermosa.
Cerros que conservaban el color verde, parecía una postal sacada de un libro de cuentos.
El notario leyó el testamento.
Por partes iguales, los hijos recibirían todos los bienes, exceptuando la casa donde vivía y el comercio, éstos serían el legado que dejaba a su fiel empleado.
Como un manto líquido caía la fina llovizna.
Abrió el paraguas, sintió un abrazo como los de antaño.
Sonrió feliz mientras se desvanecía su figura.
En instante comenzaba el ascenso al cielo para reunirse con el gran amor de su vida.

http://www.youtube.com/watch?v=cmajXNGO4…

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