Friday, July 01, 2011

TEJEDORA DE SUEÑOS




La protagonista de esta historia pertenece a la clase de mujeres que son una historia viviente, aún cuando sea joven la vida se ha encargado que madurara de un latigazo.
La ubicaré en un paraje de ensueño, hay muchas como ella que viven en otros sitios.
Climas diversos que propician que las flores de un cantero se renueven en forma constante.
Lugar donde las luciérnagas le dan luz a los pétalos de las flores vestidas de rocío.
Aguas cristalinas que le cantan a las piedras.
Ruiseñores regalando melodías a quienes sepan escucharlas.
Espejos azules donde navegan los turistas.
No está allí.
El atardecer ha renunciado a sus colores púrpuras y rosados para darle paso a nubes plomizas, preludio de la caída de copos blancos que serán el deleite de grandes y chicos.
Un rayo de sol intenta con su tibieza derrotar el paisaje majestuoso.
Pueden más las tinieblas.
Estela teje primorosas prendas.
Quisiera que el sonido acompasado del metal de las agujas fuera capaz de romper las celdas que tienen como prisioneros los recuerdos.
La risa de niños jugando en la nieve interrumpe momentáneamente la tarea.
Desde la ventana del salón los observa.
Las carcajadas de los niños la conmueven, nada enturbia la vida de esos pequeños.
Almas límpidas que no han sido contaminadas por los sentimientos confusos de los hombres.
Un pañuelo de papel secará sus lágrimas.
No hace mucho ella fue feliz, disfrutó de la compañía del ser amado.
Un ser extraño al que amó profundamente.
Hombre vestido con una coraza de acero evitando demostrar el amor que sentía por su compañera de logros e infortunios.
Todo era de a dos hasta que el decidió recorrer otros mundos.
No pudo advertirle de la mezquindad de aquellos que se disfrazan de bonanza para hermanarse con la miseria de espíritu.
Dejó que transitara solo el camino.
Anheló que adquiriera experiencia aún cuando los designios de la vida lo golpearan.
No quiso retenerlo
Sabía que es imposible luchar contra molinos de viento.
Lloró hasta que sus ojos se transformaron en dos cuencos vacíos, estériles y secos.
Ocultó como pudo sus pesares.
Miró sus manos.
Comprendió que todas las caricias habían sido inútiles cuando el receptor en lugar de un corazón tenía una piedra.
Noches solitarias en las que no podía conciliar el sueño.
Como en una película revivió los instantes compartidos.
Noche donde las estrellas no pudieron encender un cielo mustio.
Postales incoloras de una vida que no fue.
Estela cierra ese episodio.
En el sillón descansan las agujas y el ovillo de lana suave.
Con movimientos rápidos desmontará el tejido.
A partir de esta noche donde la luna regala destellos de plata, a partir de este instante, Estela comenzará a tejer nuevas ilusiones y sueños.

http://www.youtube.com/watch?v=AhFDZOFsmI4

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