LA ESTATUA

¿Qué puedo decir de ella?.
Era la belleza en el cuerpo de una mujer.
Ojos profundos que llevaban a sumergise en la imensidad del océano.
Cuerpo tallado de diosa pagana.
Boca de rubí, que no conocía el sabor de un beso.
Sus cabellos, marco perfecto para su cara despojada de expresiones.
Imaginaria ráfaga de viento se había llevado todas las sensaciones.
Jamás en ese estado conocería la tibieza de un abrazo, manos deslizándose por curvas cinceladas con perfección.
Inmutable el delicado rostro no sentiría rodar de una lágrima, cualquiera fuera el origen, amores o traiciones no existían.
El escultor la había construído a su imagen y semejanza.
La vistió con una etérea túnica, el mármol rosado asemejaba sedas y encajes, insinuantes las formas convocaban pasiones dormidas.
Piernas larguísimas mostraban pies descalzos, piedras esculpidas conformaban finas hierbas,delicadas flores completaban la figura.
Vuelvo a mirarla, creo adivinar una sonrisa en su boca gélida, deseando ser el destinatrio de ella. Otra vez me detengo en sus ojos que miran sin ver, apariencias sin gestos.
Sigo observando, el cristal nos separa.
Recorro su pecho, el corazón no late.
En ese momento advierto que es solo una estatua vacía de sentimientos.
Me alejo turbado, la imagen me acompaña.
La deseo con ansias.
La brisa suave trae una voz melodiosa, puedo seguir mis sueños.
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