POSTALES SUREÑAS

Amanecer prodigioso.
Las primeras luces del alba despiertan las flores, en un rato más el sol comenzará a emerger desde las profundidades del océano.
Instante para que los pétalos pierdan las pequeñas esferas transparentes formadas por el rocío.
Desnudas mostrarán belleza, perfume y colorido.
Arribarán las primeras mariposas, en la fragilidad de sus alas traerán junto al aleteo acompasado, matices y fantasías.
Francisco es un sacerdote que ha venido en una misión desde el norte de nuestra amada Argentina.
Le ha costado aclimatarse al lugar donde las noches estivales duran cuatro horas.
Se aloja en un convento de hermanos benedictinos.
En poco tiempo ha conocido a todos los ciudadanos que habitan una de las ciudades más lindas del mundo.
Es cortés con cada uno, a todas las historias de vida brinda consuelo con sabias palabras.
La comunidad lo ha aceptado.
Han pedido a la Diócesis que sea el encargado de encabezar la Misa de Gallo que se llevará a cabo en la iglesia a cielo abierto.
Cubre el trayecto del convento hacia ese sitio angelado en bicicleta.
No viste el típico atuendo de los sacerdotes, ha adoptado un jean, camisa celeste, pulover azul, en su pecho brilla la insignia de la orden a la que pertenece.
Nunca había visto una iglesia cielo abierto tan hermosa.
Frondosos árboles abrazados formaban un techo natural, impide que rayos de sol se filtren iluminando con sus rayos los bancos del sitio.
Sabe que han sido donados por los vecinos.
Maderas de alerce los conforman.
El altar es sencillo, detrás la imagen de Dios con su corona de espinas.
Hace pocos meses un reconocido orfebre de Buenos Aires, donó la campana que tienen las iglesias tradicionales.
Esta es diferente, cada ciudadano, habitantes de ese lugar tan remoto ha ayudado a cincelar el noble bronce.
Las hermanas de un hogar cercano durante todo el año han preparado los moños que se sujetarán en los bancos.
Raso blanco, flores de azar y un pequeño detalle en helecho plumoso para estar acorde con ese sitio sagrado.
El tiempo acompaña.
Curiosamente el viento eterno se ha convertido en brisa suave.
Los jarrones con flores serán colocados un rato antes de comenzada la ceremonia.
Fragancias de azucenas inundarán el espacio.
Devoción en los asistentes.
Los integrantes del coro acompañarán con guitarras la liturgia
No pronunciará el típico sermón que suele escucharse después de la ceremonia.
Se dirigirá a todos sin hacer diferencias, los invitará a pedir por la paz que hace falta en tantos sitios del planeta tierra.
Rogará para que todos, sin establecer diferencias aprendan a compartir, no solo en las celebraciones decembrinas sino durante todo el año.
Les recodará que Nuestro Señor fue capaz de perdonar a todos, aún en el más despiadado tormento.
De nada sirve pasar por la vida con odio y resentimiento.
Muchas lágrimas nublan la mirada de los asistentes.
El sacerdote ha cumplido su misión, trata de dar cumpliento a la tuya, hoy, mañana y siempre.

http://www.youtube.com/watch?v=SSesWRNfT…