Tuesday, December 20, 2011

RECUERDOS DE LA INFANCIA









Las editoriales nunca descansan, así la mayoría del personal se encuentre de vacaciones, siempre hay una guardia dedicada a preparar con antelación los primeros números de las revistas que estarán en los kioscos los primeros días del año.
El trabajo es arduo, hay que contar historias que cautiven a los seguidores.
Marcia acompañó a los papás a la fiesta de fin de año de los niños que terminaban jardín de infantes.
Una coreografía perfecta había sido ensayada por todos los pequeños.
Aylén la maestra había preparado un tema en el que todos pudieran participar.
Todos tendrían un papel preponderante para regocijo de los padres, abuelos y demás familiares.
Robaba horas a su familia para que todo funcionara como el mecanismo de un reloj.
Ofrecerían un tributo a la tierra.
Niñas preciosas vestidas de flores, otras representarían los efectos climáticos.
Los varones más altos serían árboles, cuerpos vestidos de marrón como los troncos de las especies que todos conocen, en las cabezas sostenían el follaje.
El sol al costado del escenario otorgaría la luz necesaria para darle vida a la obra.
Las cámaras fotográficas y celulares con sus flashes asemejaban luciérnagas, nadie quería perder detalle.
Aplausos y lágrimas coronaron el trabajo de los chicos.
Aylén subió al escenario con la ayuda de nenes más grandes, entregó a cada uno coloridos sobres de cartulina, en el interior guardaban los trabajos de todo un año.
La directora del colegio colocó a cada niño una medalla recordatoria sostenida por cintas semejantes al arcoiris.
Los nenes batían palmas, desordenaban la fila, querían ser los primeros en recibirla.
Tenían temor que no alcanzaran para todos.
La maestra despidió al grupo con palabras sentidas.
Les contó que veinte años atrás había pasado por una situación similar, evento que marcaría su vida.
Para la foto todos los niños lucieron las medallas, en las manos sostenían los sobres.
Terminado el festejo la maestra de entonces separó a un grupo de chicos, la orden impartida era quitarles las medallas y los trabajos hasta que los padres regularizaran la cuota escolar.
De nada sirvió el reclamo de los padres, la promesa de cubrir el faltante cuando cobraran la quincena.
Los pequeños no entendían de obligaciones incumplidas, si conocían en carne propia otras dificultades por las que atravezaban sus papás.
Obedientes entregaron los tesoros obtenidos.
Han pasado dos décadas, ningún episodio por satisfactorio que fuera podría borrar la humillación sufrida en la infancia.
Desde aquel momento Aylén supo que su vocación sería ser docente especializada en niños de pre primaria.
Ninguno de sus chicos pasaría momentos como los que había vivido.
Los alumnos rodearon a su seño, todos querían abrazarla.
Por último se dirigió a los padres para pedirles que colaboraran con la educación de los chicos, de pequeños se recibe todo.
A veces sin saberlo los papás se equivocan, creen que sus hijos no se dan cuenta de nada, olvidan que en esa etapa se moldea el carácter, cada error cometido por los adultos formará callosidades en el corazón de los chiquitos.
Pide armonía, entendimiento entre padres y maestros.
Nadie tiene la potestad de borrarle la sonrisa a un niño.

http://www.youtube.com/watch?v=lrzcyqkglUs

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