HIJA DEL VIENTO

Generalmente cuando nacemos nuestro destino puede compararse con una hoja de papel casi blanco.
Las primeras palabras de nuestro andar por la vida están delineadas, el resto debemos hacerlo nosotros a fuerza de pequeños golpes que arrojarán experiencia.
Mi padre es conocido, tiene la edad del tiempo.
Estoy segura que lo has sentido nombrar más de una vez, el mundo lo designa Eolo.
No te voy a hablar de mi familia para no cansarte, solo te puedo decir que soy su hija menor, al bautizarme eligieron un nombre melodioso, tranquilo como espero sea el resto de la vida que me toque vivir.
Mi nombre es Brisa, aún no me han explicado por qué debo descansar cada cierto lapso de tiempo.
Como todos los chicos me gusta vulnerar todo lo que está preestablecido y no tengo otra opción que dejar el túnel que oficia como mi morada hasta que me convierta en adulta.
Tengo conciencia, cualquier ser para crecer necesita descanso y alimento.
Estoy segura que mi padre reprobará este estadío del que no quiero salir.
Me gusta escaparme de mi lugar de descanso, convertirme en un remolino que utiliza como transporte las hojas de los árboles, a quienes no dañaría nunca ya que me agrada observarlos tal cual están.
Adoro ver sus brazos vestidos de brotes, el sol logrará que muten a hojas lustrosas para luego ser frutos, en esa instancia de crecimiento me alejo con el propósito de no dañarlos.
Me asustan las conglomeraciones de humanos apurados que corren detrás de nada perdiéndose el espectáculo que brinda la naturaleza.
Disfruto en la inmensidad de las playas, apenas levanto nubes de arena dorada.
Juego con las cintas que tienes en el sombrero para protegerte de la estrella más luminosa.
En invierno mi deleite es jugar con coloridas bufandas, acompañando a todos y cada uno en las sorpresas que devienen al despertar cada día.
Debo reunirme con mi padre, no le temo, solo lo respeto.
Me visto con los colores del alba, demoro en concretar la cita.
Lo conozco, sé que me obligará a hacer algo que no quiero, quiere que sea a su imagen y semejanza, una tempestad que arrasa con todos los paisajes, según su estado de ánimo.
Destructor que levanta las olas del mar que tanto amo para despojar a quien se interponga en su derrotero de todos sus sueños, identidades.
Seré fuerte aún sabiendo que me quedaré sola, desobedeceré su mandato, no claudicaré ante sus pedidos.
Tengo la certeza que no seré escuchada por el poderoso, nada logrará que cambie de opinión.
No me importa quedarme sin su protección, seguiré por elección propia siendo la brisa que acuna las mieses de trigo.
Continuaré jugando en soledad o acompañada, seré quien con delicadeza despoje de las gotas de rocío a tus flores predilectas.
Dime que puedo contar con tu ayuda para continuar siendo brisa suave sin necesidad de convertirme en tempestad que todo devora.


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