Friday, November 23, 2012

RECUERDOS Y SOLEDADES



Soy extranjero en la patria que elegí para tener un futuro promisorio para mi familia y mis hijos, familia que conformé del otro lado del océano.
Me acunaron los acordes de una guitarra, un idioma totalmente diferente al tuyo.
Una crisis me obligó a partir, tenía muchas opciones, demasiadas dudas a la hora de seleccionar aquello que sería el futuro de todos.
Demasiada responsabilidad para un hombre que solo buscaba el bienestar de los seres amados que lo rodeaban.
Mi mujer fue la más bella de todas, una Venus humana nacida a orilla del Mar Egeo.
¿Cómo no enamorarme a primera vista si era perfecta?
Tardó en aceptarme, en lugar de atenuar el amor que sentía lo incrementaba con su mirada, su sonrisa, sonrisa que muchos pintores hubieran querido tener para plasmarla en sus obras.
Nos casamos en una ceremonia sencilla.
Recuerdo como si fuera hace unos instantes la capilla de madera, los detalles de blancas azucenas queriendo salirse de los recipientes que las contenían.
Cintas inmaculadas separaban los bancos, en cada moño resplandecían los azahares.
El piso lustroso de madera noble reflejaba cada imagen.
Acordes de violines la recibieron.
Diosa pagana tomada de la mano de su padre, sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas, no tardarían en recorrer la belleza innata de su rostro.
Te aseguro que nunca jamás en mi vida vería a una fémina tan hermosa, hermosura que exacerbaba el amor que sentía por ella.
Deslicé en sus dedos de doncella la alianza que mis manos habían confeccionado.
Concluida la ceremonia sellamos nuestro amor con un beso tímido y apasionado.
No tardamos demasiado en emprender el viaje a un país remoto.
Adquirimos una casa lindante con una playa de arenas blancas.
La casa se fue agrandando a medida que llegaban los hijos.
Mi empresa de orfebrería crecía en forma sostenida, la mitad de la población trabajaba en ella, aprendía un bello oficio que pronto sería reconocido en el mundo.
Nunca entendí por qué el destino se la llevó de mi lado cuando aún teníamos mucho amor para darnos.
Poco a poco los hijos regresaron a mi país de origen.
La vida no tenía sentido para mí sin ella.
Distribuí mis bienes antes de ver por última vez a mis hijos, premié a cada empleado.
Mi empresa no quebró, simplemente cumplió una etapa.
No quería agradecimientos, ni reconocimiento alguno.
Me mudé a pocos kilómetros de la casa compartida, al cerrar la puerta encerré cada recuerdo.
Hoy vivo con lo necesario, cada atardecer cuando en el cielo se enciende el lucero le pide a Dios que me lleve con ella.
No quiero que me reconozcan, me visto como un pordiosero, camino los mismos caminos que recorrí con el amor de mi vida.
Sé que muchos rechazan mi presencia, no es habitual ver a un hombre vistiendo ropas no convencionales.
Oculto mis lágrimas detrás de gruesas gafas, la barba crecida me agrega más años, mis amigos son la soledad y el silencio..
No temas cuando me veas, puedes acercarte, quisiera gritarle al mundo que fui un hombre como Ustedes, hoy soy esto que ven, mi corazón no puede soportar más dolor.
El intendente de la ciudad cumplirá mi último deseo, al morir necesito me conviertan en cenizas, no quiero ceremonias de despedidas, solo tengo una certeza, de la nada regresaré a la nada.
Mis cenizas serán arrojadas al mar, mar generoso que me llevará a la otra orilla.
En esa orilla lejana se producirá el reencuentro con la única mujer que amé en la vida.

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