Tuesday, November 13, 2012

HISTORIA DE AMOR Y BALLET




Astrid jamás imaginó que tendría que mudarse a la ciudad de Estocolmo, sitio donde habían nacido sus padres.
Ni en sueños pensaba dejar el lugar que la había visto nacer.
El Caribe, sus aguas azules, el sol, las arenas blancas que la habían visto crecer, las flores que se multiplicaban con intensidad no serían más sus compañeras cotidianas.
Dudaba encontrar en un espacio tan alejado los colores del alba, el trino de los pájaros que la despertaban cada mañana.
Los deportes que practicaba al atardecer luego de salir de sus clases de danza clásica, el ski acuático fortalecía sus piernas, era capaz de mantenerse en puntas de pie sobre las tablas sin temor a caerse.
Vanos e infructuosos fueron los pedidos de la abuela para cuidar a la adolescente hasta que cumpliera la mayoría de edad y de esa forma poder elegir en libertad el lugar en el que residiría.
Su papá le prometió que continuaría sus estudios en una escuela de danzas mundialmente reconocida.
No tenía escapatoria, viajar o viajar era la consigna impuesta.
Varias horas de viaje depositarían a la familia en el destino elegido.
La mirada azul como el mar que tanto amaba se nubló en la despedida.
Detrás quedaba el esfuerzo de tantos años dedicados a la danza, no se daría por vencida jamás.
El vuelo tranquilo los dejó en una ciudad maravillosa como Estocolmo.
Astrid recuperó la sonrisa, pese al frío que arrancaba más de una lágrima pensó que se quedarían allí.
Durante el trayecto en auto se mostró inquieta, lejos de la Ciudad Capital no creía en la existencia de la escuela de danzas de la que le había hablado su padre.
Al llegar a una de las islas del archipiélago sus sueños caían como si fueran una máscara de papel, estaba segura que no encontraría un sitio para seguir.
La casa estaba ubicada a unos pocos kilómetros del Mar Báltico, frío, distante como sus anhelos.
La tristeza de la joven aumentaba día a día, en poco tiempo su progenitor hizo construir un salón, maderas nobles cubrían pisos y paredes.
Espejos gigantes, reproducirían la imagen de la joven.
La barra de bronce cruzaba uno de los laterales de la construcción.
Astrid seguía soñando, entrenaba más horas de las aconsejables, quería ser y no parecer.
Nunca reparó en el espectador que desafiaba el clima para ver a la muchacha que tenía alas en sus pies.
Gustavo la admiraba, no se perdía ninguna de las piruetas, los clásicos pas de deux, soportaba las inclemencias del tiempo, el viento furioso que descendía de los árboles desnudos.
Para él era estar en la gloria con solo observar a la solitaria bailarina.
La imaginaba bailando otros ritmos, elevándose como los pájaros en absoluta libertad.
La fatalidad logró torcer un tobillo de la adolescente, estaba sola cuando Gustavo irrumpió en el salón.
La bella joven fue sometida a varias intervenciones, su ahora amigo le contaba historias fantásticas.
El tiempo de recuperación fue largo.
En el interregno conocieron el amor.
Hoy los dos han formado una familia, han compartido momentos álgidos que fueron superados por el gran amor que se profesaban y los desbordaba.
En el país en que nació se inaugura un teatro, Gustavo acompañará a su mujer, está totalmente recuperada.
Brillará en el escenario, las luces bajan, solo un círculo luminoso la seguirá en su entrega majestuosa.
El público aplaude a la eximia bailarina, pétalos de coloridas flores rebasan la mágica puesta.
Astrid devuelve a su amor la rosa roja que le arrojó.
No habrá más llantos en esta historia, solo luz para vivir un gran amor.


http://www.youtube.com/watch?v=al3vwdmDb…

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