TIERRA COLORADA

Todos los que la hemos visitado alguna vez nos trajimos en las zapatillas o en una prenda un terrón de tierra roja.
La provincia de Misiones tiene una particularidad, si observamos el mapa de frente pareciera que con su geografía quisiera alcanzar el cielo.
Tierra bendecida por bellezas naturales, ríos cristalinos, Cataratas que caen sin cesar hacia un abismo profundo.
Cortina de agua prodigiosa en la que hacen sus nidos los vencejos, de plumaje negro se acurrucan en las piedras sin pensar que son el objetivo de las cámaras de los turistas llegados de todos los lugares del mundo.
Tierra colorada y prodigiosa, allí está la selva, sitio en el que se pueden encontrar variedad de especies ofreciendo todos los matices de verde en sus hojas lustrosas.
Hojas brillantes por las que se desliza la humedad y el rocío.
Algunos orgullosos sostendrán entre sus ramas coloridas orquídeas.
Tucanes que muestran su original pico, plumas negras, plumas coloridas en otras especies, son tantas que no podría nombrarlas a todas.
Pasarelas que permiten admirar tanta profusión de belleza.
Coatíes inquietos que se dejan acariciar a cambio de una galletita.
La naturaleza superlativa se encuentra en las Cataratas, muchos las conocen, otros quizás la elijan como próximo destino turístico.
He visitado el paisaje en varias ocasiones, siempre me sorprende con algún detalle que ha pasado desapercibido, es tanto lo que ofrece que no alcanzan los ojos para observar la magnificencia de sus paisajes.
Kilómetros antes de llegar a destino nos detenemos en Wanda, espacio en el que reinan amatistas y topacios.
Sinuosa la ruta sigue entre yerbatales y plantas de té, la ruta internacional estaba bien cuidada.
Sin embargo la belleza no alcanza para tapar la realidad que viven los que menos tienen.
Pueblos pequeñitos que no han conseguido que ningún gobernante atienda las necesidades básicas.
Para el turismo se levantan cruces faraónicas que el turista seguramente fotografiará o simplemente las llevará para siempre en sus retinas.
Hoy la historia gira en torno a una prolífica madre, una mujer joven que ha perdido a su pequeña hija víctima de la desnutrición y la desidia de los funcionarios que no reparan en los ciudadanos.
Ella está detenida por la muerte de aquella, la justicia la condenó por abandono de persona.
Llora al recordar la noche que caminó a oscuras para que la niña fuera atendida.
Los recuerdos han quedado anclados en ese instante trágico, no se le puede pedir a una madre que recuerde otras instancias cuando en sus brazos el fruto de su vientre daba el último suspiro.
Esa mujer noble solo supo traer vida a la vida, no estaba preparada para la muerte temprana de su nena.
Pedirle que recuerde fechas es inaudito.
Nada puede recordar quien ha perdido a lo que más se valora en el tránsito por la vida.
No tengo dudas que hizo lo que pudo ante un estado ausente, a ella la acusan de haber abandonado a su pequeña y yo me pregunto donde estaban los que deberían haberla asistido para evitar estos episodios que tanto duelen.
¿Dónde estaban los que pudieron prevenir semejante hecho?
De nada vale que esa mujer hoy conozca sus derechos, sabe que tiene otros hijos por quienes luchar, sabe demasiado cuando es tarde.
Seguirá llorando la muerte de su nena, seguirá sin recordar fechas por más esfuerzo que realice.
El corazón de está mamá se rompió en el mismo instante que la niña moría en sus brazos.
La impotencia ocupa todos los espacios, no alcanza con la solidaridad de los vecinos que tampoco tienen mucho.
No alcanza que otras manos acaricien a los chicos que le quedan.
No alcanza nada.
La situación podría revertirse cuando aquellos que gobiernan entiendan que para ser y trascender no es necesaria una cruz gigante ni otra obra mesiánica.
No permitamos que el olvido tome con sus garras a los que menos tienen.

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