MIÉRCOLES DE CENIZA

Los festejos carnestolendos no podían haber sido mejores.
La gobernación se ocupó para que nada faltara en la celebración, no siempre se tiene la posibilidad de reunir a todos por medio de la música y las sonrisas.
El Rey Momo se merecía cada minuto que le fue dedicado en esta ocasión.
El tiempo acompañó, lejos de una noche gélida tuvimos la suerte de tener dos noches casi templadas.
Noches mágicas que en esta latitud no son como las noches que todos conoce, duran poco tiempo, el alba madruga esplendorosa para obsequiar la voluptuosidad del paisaje.
Nocturnos cortos donde la oscuridad no es plena.
Sobre la avenida principal a la vera de un mar casi planchado estaban estacionadas las carrozas que representarían a cada ciudad, no eran muchas tratándose de una provincia pequeña.
La banda municipal estaba ubicada de espaldas al océano, el cerro había sido iluminado en todo su recorrido con antorchas, fuego que flameaba según la dirección de la brisa suave.
La gobernadora fue breve en la inauguración.
Los primeros acordes, precisos, melodiosos convocaron a las participantes de la Guardia del Mar.
Bellas mujeres uniformadas con trajes de polleras cortas en tonos azulinos, en las cabezas portaban atractivos gorros terminados con plumas coloridas.
Piernas torneadas dibujaban el pavimento con el caminar.
Los aplausos se repetían.
La primera carroza recibió una ovación, precedidas por bailarines que danzaban al compás de los redoblantes.
Todos admiraban la construcción con las pocas flores que se encuentran en esta localidad.
La música envolvía los pensamientos, sin dudas atraía recuerdos de otros festejos.
El último móvil estaba ocupado por la reina de la ciudad principal, la representante no podía estar más bella, en comunión la brisa otorgaba movimiento a su exótico traje, una túnica de un color indescriptible.
Observadora pude notar que no estaba cómoda en el sitio asignado, era hermosa, merecedora de cerrar el desfile.
Noté una sonrisa ficticia, la mirada demasiado brillante no denotaba alegría ni emoción, diría perplejidad.
Asistieron invitados de todo el país, no es habitual un festejo en lugares con clima riguroso.
Hoy es miércoles de cenizas, mi vecina circunstancial fue elegida reina del carnaval.
No entiendo por qué prepara sus maletas, tiene un año para representar la provincia.
Su llanto me conmueve, mientras espera el camión de mudanzas la invito a tomar un café.
Quedo asombrada cuando me dice que su nombre es Sin alma, por un instante pienso que estoy siendo objeto de una broma.
No tardará en contarme la verdad, es un ser sin luz, opaco, triste, sin vida.
Trato de arroparla en un abrazo, la historia es demasiado fuerte.
Me dice que ella siempre quiso tener el brillo que tienen las estrellas cuando encienden en el cielo, el tema que le quita el sueño es que jamás ha sido sincera en ningún orden de la vida, designio que conoció al nacer, está destinada al olvido, no hace nada por remediarlo liberándose de las ataduras que la mantienen prisionera por propia elección.
Tengo sentimientos encontrados, por un instante creí que su postura podría cambiar para acceder a una vida común, una vida que le permitiera disfrutar de los episodios cotidianos.
Concertamos un encuentro para el próximo miércoles de ceniza, ella debe asistir a los festejos para entregar el cetro a quien la sucederá.
La despido con un abrazo silencioso, la veo partir, ruego que el año que viene tenga motivos para que su alma aprenda a sonreír y que entienda que lo importante es permanecer, más allá de parecer.


http://www.youtube.com/watch?v=Qb_jQBgzU…