VESTIDA DE SILENCIO

Sé que la dueña de esta casa tiene un variado guardarropas, sin ser ostentoso puedo hallar algo que me guste.
A ella como a mí me gusta pasar no desapercibido sino no llamar la atención de manera estridente, no hace falta.
Me olvidé de presentarme y pido las disculpas que el caso amerita, mi nombre es Silencio.
Conozco a la moradora de esta casa desde hace tiempo, sé de sus gustos, también de aquello que la mortifica.
Podría decir sin llegar a equivocarme que no es pacifista debido a su carácter explosivo, algo que no puede ocultar cuando aparece la injusticia.
No quiero irme del tema, recuerden que estaba buscando un atuendo.
Por fin encontré una túnica de color blanco, espero adecuarla a mis necesidades que no son demasiadas.
Con este ropaje caminaré por la playa tal cual lo hace ella cotidianamente.
Buscará un refugio que la proteja del viento intenso que no cesa en estas latitudes.
La observaré discretamente mientras ella me evoca cuando se dedica a contemplar la majestuosidad del paisaje.
Conocedor de otros sitios sé que hay pocos donde se concentre la belleza que la diosa naturaleza ha derramado generosamente.
No me resulta difícil caminar con esta vestimenta, no es novedosa, solo que cambia de color según el estado de ánimo de quien me convoque.
Azul casi celeste en la línea imaginaria que divide el agua del cielo.
Rojo cuando las pasiones se encienden.
Verde cuando se abrigan esperanzas.
Dorado como los rayos del sol cuando todo resplandece.
Púrpura y magenta cuando en el universo aparecen las primeras estrellas.
Plateado como los gajos de la luna cuando se cuelga del firmamento.
Mutar el color de mi vestuario es una constante en mi vida.
Aprendí a portar todos los matices desde que tengo uso de razón.
No me gusta mucho ser transparente todos pueden llegar a la profundidad de mi alma inquieta, tengo pudor aún cuando no lo creas.
Tampoco quiero ser como las lágrimas que se derraman, algunas sin razón de ser aparente.
Sin ser un ser superior puedo estar en muchos espacios a la vez, solo es necesario que me convoques cuando lo creas necesario.
La vida está plagada de dudas y certezas, trato que aclares aquellas que te perturban.
Entiendo que en ciertas ocasiones mi presencia es absolutamente necesaria.
El criterio es mi cerebro.
Me gustaría dejar de ser quien te acompañe.
Escuchar la melodía de tu risa semejante al trino de los ruiseñores que se detienen en el dintel de tu ventana.
Ser cómplice de aquello que callas.
Por último me convertiré en delicado pañuelo que enjugue tus lágrimas.
No te preocupes más de lo necesario, no le otorgues entidad a aquello que carece de importancia.
Comprendo la necesidad de establecer pausas.
No te condenes al ostracismo en el que moran los entes sin alma.
Vive intensamente, me alejaré de tu lado cuando en tu rostro se dibuje una sonrisa.

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