Monday, January 24, 2011
SUEÑO AFRICANO
Si Dios lo desea pronto cumpliré noventa y tres años, son muchos o pocos de acuerdo a la forma en que el destino nos ha diseñado el propio derrotero.
Quiero que sepas que nací en Umtata, allí donde tres ríos se abrazan.
Cauces de aguas cristalinas que horadaban las piedras, sacando de cada una melodías que acompañarían mi infancia.
Con mis amigos recorríamos la región, nos gustaba internarnos en los bosques, frondosas arboledas enlazaban sus brazos verdes formando un techo de hojas que impedía que el sol hiriera la tierra.
Allí, bajo la sombra crecían las flores más exóticas que puedas imaginar.
Lugar tomado por pájaros multicolores que alegraban nuestros juegos con sus trinos.
Era el hábitat elegido para formar familias enteras de avecillas.
En aquel entonces los amigos que compartían mis sueños, eran idénticos a mí.
Orgulloso te cuento que soy de raza negra.
Mi padre fue consejero vecinal, siempre nos decía que el color de la piel era un envase del que solo importaba el contenido.
Estudié con ahínco hasta obtener mi título de abogado.
Conocí a la mujer de mi vida, en cada nacimiento de mis hijos rompía en llanto por la alegría y el dolor adivinando que cuando fueran grandes, los señalarían por tener otro color.
Luché por la igualdad de todos los hombres que habitaban mi país.
El hombre blanco consideró que intentar parecernos a ellos, era una traición.
Cinco años estuve encarcelado.
Pensaron que estar privado de la libertad lograría que cambiara mis conceptos, nada de eso ocurriría.
Regresé al lado de mi esposa, disfruté de la familia que habíamos formado.
Mi casa era la más colorida del barrio, flores por doquier adornaban el jardín.
Nuestras manos fueron construyendo todo lo material, el pensamiento transmitido a los hijos el único legado.
Volví al ruedo.
Quería que todos los hombres y mujeres de mi patria accedieran a los mismos derechos del hombre blanco que había llegado desde muy lejos a colonizarnos.
Jamás intenté separarlos intentaba una sana convivencia.
Otra vez la acusación me llevaría a la cárcel.
El juez fue implacable, pasaría el resto de mi vida prisionero.
Jamás perdí el contacto con mi compañera, conocí a mis nietos en prisión.
Nada haría cambiar mi forma de pensar desde el sitio que estuviera lucharía por la libertad y la igualdad.
La reclusión perpetua se llevo treinta años de mi vida.
Luché siempre.
Fui presidente de mi país.
Recibí condecoraciones, todas las que puedas imaginar.
Hace unos meses mi patria fue centro del mundo, el fútbol parecía que uniría cual si fuera música todas las voces.
Un mes en que todas las razas estaban juntas.
No pude asistir a la ceremonia, había perdido a mi nietecita, además no quería ser un estorbo que se desplazaba en una silla de ruedas.
Conocés parte de mi historia.
Estoy cansado, no tanto como para dejar de sugerirte que siempre luches por tus sueños.
Enfrenta cada desafío.
Lucha, lucha por la libertad y el entendimiento de todos los hombres.
No mires el color de la piel, el alma de cada uno de nosotros no lo reconoce.
Eleva tu voz, para que cuando me encuentre en las puertas del cielo pueda regalarte una sonrisa.
http://www.youtube.com/watch?v=pyWfk8YrSeE
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