CENIZAS Y FUEGO

Soy un ser mitológico, he nacido hace millares de años.
No elegí el poder que me confirieron en el momento de mi advenimiento, mi nombre es Hefesto, quizás me conociste en algún pasaje de tus estudios.
Casi siempre me visto de rojo aún cuando puedo tener matices naranjas azules o amarillos.
Puedo estar en varios sitios a la vez aún cuando no me percibas.
A veces el descuido de algunos seres que pueblan la Tierra logran que me propague con rapidez ocasionando daños incalculables.
Suelo descansar en las entrañas de los volcanes, los movimientos de Gea propician que estalle con furia, aviso que se alejen de mí, gritando en forma ensordecedora.
Siento dolor cuando desparramo ríos de lava ardiente, sin querer arraso con todo aquello que se interponga en mi camino.
La lluvia me convierte en cenizas, cenizas que oscurecen el cielo provocando inconvenientes y tardanzas en cualquier vuelo.
Cenizas que alimentan el suelo para que nazcan las rosas más bellas, si, esas mismas que has admirado en zonas volcánicas.
Mil veces quise morir cuando provoqué destrucción.
No quiero buscar excusas que minimicen los daños.
La chispa de ese cigarrillo que arrojas al descuido es suficiente para encenderme.
No creas que mi vida está signada por la tragedia.
Cuando tienes frío soy el primero en acompañarte, solo debes ser cuidadoso al manipular los leños que abrigarán tus días gélidos.
Soy un viajero incansable, sin rumbo fijo.
Cuido todos los detalles, de los sitios que he conocido en mi larga vida, me gusta situarme en el corazón de los seres que se aman.
En esos instantes soy casi humano, mi alojamiento está en los corazones de aquellos que se aman, amor de pareja que me elige para expresarse, amor de madre, amor de niño, joven o anciano, sentimientos que hermanan a la humanidad que a esta altura de mi vida no he llegado a comprender.
Si pudiera tener un destino definitivo no dudes que adoptaría estar en tu alma.
Muchas veces me he sentido cansado, en esas instancias prefiero internarme en las profundidades de cualquier océano sin dejar vestigios que te asusten.
Silencioso, solitario me sumerjo en los espejos azules como el cielo, desde allí observo todo con calma.
No tengo capacidad de reacción ante las discusiones efímeras.
El entendimiento logra más que yo con mi propia fuerza.
Los años no me pesan, estoy más comprensivo, solo me permito pedirte un favor, no temas ante mi presencia, solo tenme respeto.


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