EL ÚLTIMO VIAJE

Había conocido los subterráneos de otros países.
Estaciones pulcras, seguridad en los ándenes, privada u oficial trabajaban mancomunadamente con el único propósito de brindar seguridad a quienes abordaban ese medio de locomoción rápido.
Vagones cuyas puertas cerraban en forma hermética antes de partir.
El vuelo que la traía de regreso a su patria hizo una escala en un país cercano por problemas técnicos.
Matizaba la espera escribiendo en su computadora personal ideas para sus próximas entregas literarias.
En vuelo siguió con la misma tarea, dos horas la separaban del destino final.
El ronroneo de las turbinas no cesó hasta que bajó el último pasajero.
El tiempo no era óptimo, la neblina comenzaba a cubrir la pista.
Mientras los pasajeros se alejaban se convertían en siluetas oscuras.
El trámite de ingreso a su país fue rápido, de madrugada no había demasiado tráfico de personas.
Abordó el micro que la empresa había puesto a disposición de los viajeros.
El recorrido la dejaba a pocos metros de su departamento.
El rodado tuvo desperfectos mecánicos, el viaje fue interrumpido en una conocida estación de trenes.
Curiosamente no circulaba ningún taxi.
El vendedor de diarios le informó que hacía dos días los chóferes se habían plegado a una medida de fuerza por el asesinato de un compañero.
Las agencias de remís estaban cerradas.
La única solución era bajar las escaleras y tomar el subterráneo.
Le llamó la atención que a esa hora prestara servicio, supo que estaba relacionado con la huelga de los taxistas.
Mientras esperaba la formación observaba el paisaje lúgubre, suciedad por donde mirara.
Los bancos ocupados por indigentes que dormían cubiertos con mantas en las que el tiempo había dejado su marca, otros se tapaban con cartones para atemperar el frío de una noche otoñal.
En el instante que las puertas de acceso se cerraron una voz anunció que el tren venía demorado.
El terror se apoderó de su alma inquieta.
A cambio de una suma de dinero en moneda extranjera el encargado de la boletería accedió a guardar la maleta que portaba hasta que el servicio se restableciera.
Necesitaba alivianar el equipaje.
Corrió hasta el final del andén, las zapatillas le ayudaron a bajar a las vías, caminaría junto a las paredes.
Las ratas se cruzaban por sus piernas, la bruma espesa le impedía ver más allá de sus lágrimas.
El olor pestilente inundaba el espacio, allí reinaba la desidia, cubrió la boca y la nariz con el colorido pañuelo que llevaba en el cuello.
Detuvo la marcha cerca de lo que alguna vez había sido una garita de control de señales.
Respiró profundo, un haz de luz indicaba que estaba a pocos metros de la salida.
Apuró el paso, aguzó los oídos, alguien caminaba por el túnel detrás de ella, ahogó un grito, nadie la escucharía, sintió la tibieza de la sangre rodando por el cuello.
Antes de llegar a la salida estaba muerta.
La noticia recorrió el mundo.
En la primera plana de los diarios estaba la foto de una mujer de increíble belleza, la crónica agregaba que había llegado a su patria luego de recibir un premio a las letras plasmadas en su primer libro.
Las ediciones se agotan rápidamente, en aquel relataba su propia muerte.
Las autoridades siguen buscando al asesino de una escritora a la que le gustaba compartir y jugar con las letras.

http://www.youtube.com/watch?v=S-EAWnTEf…