DESTINO, EL CIELO

Todos los paisajes que atraviesan nuestro país tienen una belleza e historias tan disímiles como especiales.
El sur con el frío en cualquier época del año es atractivo por su agreste hermosura y el color de los lagos.
El centro fascina por la inmensidad de sus tierras, verdes praderas y llanuras son un descanso para la vista del citadino.
Las grandes ciudades parecidas a algunas de Europa.
El norte con sus picos altos que permiten ejecutar deportes de montaña o simplemente mirar con deleite el cerro de los Siete Colores casi donde termina la República.
Hoy la memoria me lleva al oeste de la Patagonia.
Sitio placentero y dotado de una exuberante belleza natural.
Evoco uno de nuestros viajes en los que no perdíamos una sola excursión.
El cruce de un cerro al otro en medios de elevación producía sensaciones encontradas.
A vos te encantaba que el viento despeinara tus cabellos.
Reías cuando veías mi cara de terror ante la altura.
Siempre querías ir un poco más allá.
Como si sintieras la necesidad de emprender vuelo desplegando alas imaginarias.
Al llegar a destino nos esperaba un chocolate caliente en la confitería del lugar.
No sé como descubriste que había otro conjunto de aerosillas qie llevaban l punto más alto del cerro Lynch desde donde se podía observar la ciudad.
En primera instancia mi respuesta fue no.
Las aerosillas parecían más endebles o el miedo hacía que las viera así.
Entre risas me decías “No te preocupes, vamos a estar juntos como siempre”.
Ajustados los cinturones de seguridad, me aferrabas de la mano para transmitirme tranquilidad.
Eras feliz, tanto que ninguno de los dos imaginó que ese siempre podría finalizar de la manera más abruta y fatal.
En aquel viaje no dejamos de hacer ninguna de las excursiones que proponía el guía de turismo.
Eras incansable.
Prevalecía la intención de conocer un poco más.
En ningún momento mostrabas cansancio.
Como si en tu interior una voz te dijera “avanzá, no dejes de cumplir tus sueños”
Hoy esta triste realidad que me toca vivir, me lleva a pensar que tus ansias por conocer siempre un pocos más obedecían a la orden de una mente brillante que sin presentirlo entendía que la vida se acortaba.
Por ello la pregunta del mes de junio, tan directa.
Simulabas buscar un libro que yo sabía no encontrarías en esa biblioteca.
Mientras aparentaba estar inmersa en la lectura te observaba disimuladamente.
Te diste vuelta y preguntaste sin anestesia ¿Ma que harías si yo no estuviera?
La respuesta fue un abrazo inolvidable acompañado del llanto de los dos.
Dos meses después llegaría la tragedia dosificada.
Ambos presentíamos el final.
Callábamos para lastimarnos.
Tu mirada antes tan alegre y luminosa se transformó en los más bellos ojos tristes que vi en mi vida.
Siempre estuvimos tomados de la mano, acariciándonos.
Recibiste toneladas de besos que hoy no nos podemos dar.
El poco tiempo que dormías, tu cuero estaba desplazado hacia donde sabías que estaba sentada yo.
Momentos álgidos imposibles de olvidar.
Por ello mi necesidad imperiosa para que se produzca el ansiado encuentro.
No tendrás necesidad de desplegar tus alas para volar en soledad.
Estaré acompañándote durante toda la eternidad.
Mientras espero que mi anhelo se convierta en realidad tangible una vez más te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=h5HvSiij-lQ