Wednesday, July 04, 2007

LAS LLAVES DEL ALTILLO

Corro a la inmobiliaria, voy a desistir de la venta de la casa de mis abuelos.Si, esa que todos admiraban por sus jardines floridos.
Ese lugar irradiaba la alegría de sus moradores, se veía a simple vista mirando las ventanas del altillo, mi abuela había bordado mariposas en las cortinas, allí guardaba, los juguetes de mi infancia, mi triciclo colorado en el que pretendía recorrer todos los caminos, estaba la muñeca con cara de porcelana, la misma que quise lavar y se borraron las pestañas que le daban sombra a los ojos.
Me acuerdo del reto de mi papá ¿Cómo se me había ocurrido lavar la muñeca?.
Recuerdo que lucía un bonito vestido de novia que por acción del agua quedó convertido en harapos.
Mamá con pinceles y paciencia le devolvió su rostro de niña asombrada, mi tía Carola repuso el vestido.
La primera bicicleta de mi hermano, tenía la cadena oxidada, pero él siempre la lustraba para viajar a paisajes lejanos.
Lo más valioso estaba en un secreter, allí guardaba las primeras cartas de amor, esas que contenían dulces palabras que me hacían sonrojar, en el tercer cajón había dibujos, no eran de mi autoría sino de mi primer amiga, a ella le había contado de todos los seres que visitaban un sitio llamado foro, donde la gente dejaba sus cuentos y poesías.
Entre las dos supimos darle identidad a cada uno de ellos, dotarlos de la cara que vivía en mi imaginación.
Marcia era una virtuosa con los pinceles, sabía interpretar mis palabras.
Me faltan dos cuadras para llegar al lugar, sé que mi actitud provocará el enojo de mi hermana.
Espero encontrar las llaves, pero sin ellas la propiedad no se vende.
Moran allí mis recuerdos, juguetes viejos por los que nadie daría nada pero para mi tienen el valor que les otorga el corazón.
Llegué con el alma en la mano, agitada, sin poder contener las lágrimas.
Los negocios poco entienden de sentimientos, siento que el corazón quiere salirse de mi pecho.
Seré fuerte como otras veces.
Diré que cambié de parecer por una pérdida irreparable, espero me comprendan.
Mientras espero en un frío salón con fotos que muestran las distintas viviendas en venta, llamo con desesperación a mis duendes, solo ellos pueden ayudarme a encontrar las llaves de mi lugar favorito.
Con la ayuda de esos pequeños seres disiparé futuros enojos.
Espero que la búsqueda sea fructífera y encontrarme otra vez con cada uno de Ustedes.

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