Friday, July 13, 2007

MORADORES DEL DESIERTO

En las tiendas de lona todo se llevaban a cabo los preparativos, se reunirían para despedir otra vez a los hombres que emprenderían otro viaje.
Las mujeres durante el día habían ayudado a cargar las alforjas de los camellos, en otras ciudades venderían el producto de sus cosechas.
Esa noche las mujeres acostumbradas a tejer habían agregado colores a sus túnicas blancas, querían diferenciarse de los hombres y esa noche quizás fuera demasiado especial.
Todas ocultaban sus cabellos con un shador, un acto de sumisión y respeto al gran Dios Yahvé, al que veneraban con adoración.
Los niños agradecidos participaban de los festejos, Sharif que hacía poco había cumplido siete años por primera vez acompañaría a su padre.
Un niño inquieto que había heredado los ojos como azabaches de su padre y el cabello ensortijado de su madre.
Como siempre la mañana había sido muy calurosa, sin embargo un viento extraño dio su primer aviso.
Al amanecer cuando el cielo comenzaba a teñir de naranja el espacio, los beduínos se despidieron de sus mujeres, los abrazos se repetían en todas las tiendas, las recomendaciones a los niños también, éstos se quedarían al cuidado de sus madres quienes también se harían cargo del ganado y las huertas que les permitían vivir.
Todo estaba listo, con el primer rayo de sol la caravana partió, el más anciano de la tribu los guiaría en el difícil camino.
Largos días y sus noches otra vez serían la única compañía, de día el sol abrazador del desierto convertía la arena en oro.
Las noches eran más frescas, en ese momento en que la luna inundaba todo de plata, ellos descansaban.
El aroma dulce del tabaco acompañaba sus noches solitarias, antes del descanso oraban por el bienestar de sus familias que habían quedado lejos.
Una noche se despertaron sobresaltados, el Dios de los vientos rugía, a su paso levantaba remolinos de arena que parecían fantasmas, decidieron rezar por los seres amados que presumían indefensos ante semejante tormenta, cobijados en esas tiendas que parecían pájaros de lona dispuestos a emprender vuelo en cualquier momento dejándolos en total desamparo. Invocaron a los dioses para que protegiera a sus mujeres e hijos.
El viento no cedía a medida que pasaban los minutos el sílbido era más fuerte, estaban lejos, algunos lloraban, de a poco el viento calmaba su furia, y los beduínos miraron las estrellas.

1 comment:

Unknown said...

hola, keria si puede ser tu dirección de mail, tengo un cuento pero no tengo comentarios al respecto y vos parece ser ke sabes de todo esto..
Muchas gracias un saludo.. mi dire es juancrvz@yahoo.com