Monday, May 19, 2008

FLORES ROJAS Y AMARILLAS

Quiero contarte que cumplí un sueño.
Muchas veces visité tu patria, asombrada recorrí muchas ciudades.
Me recibió la gran ciudad, imposible no visitar el Museo del Prado, una de las pinacotecas más grandes del mundo.
Me rendí ante la belleza de las piezas de Goya, todas las obras expuestas regocijaban mi vista.
Admiré el arte flamenco, sedienta bebí otras culturas.
Serás mi mejor guía, me mostrarás secretos que se ocultan al turista.
Hoy vamos a viajar a Almería, sabés que el mar me da energía.
En el camino hablamos de todo, de la vida que nos sorprende a cada paso.
Admiré las aguas de otro mar, el Mediterráneo me conquistó definitivamente, sobre la costa , se ubican las casas de los pescadores, más allá sobre el espejo de agua, las embarcaciones multicolores esperan el amanecer para sacar la riqueza contenida en las entrañas del océano.
Las sencillas viviendas son una fiesta de color, desde los balcones, como cascada de pétalos caen los geranios.
Al atardecer, el cielo matiza el lugar, rosados y púrpuras, la mejor compañía para el sonar de las castañuelas.
Lejana se escucha una guitarra, nos acercamos, la música nos posee, acompañamos la alegría o tristeza de quien la ejecuta con nuestras palmas.
Bebemos jerez cerca de la playa, juntas miramos la primera estrella colgada del cielo, todo es alegría.
Me regalás esquejes de una enredadera, miro la madre de los pequeños gajos abrazados a las columnas, tienen flores rojas y amarillas, en ese instante me contás que se trata de una buganvilia, atrevida decidió casarse con otra especie, por ello su floración es bicolor.
Mañana regreso a mi país, en un recipiente viajarán los gajos de la enredadera.
El viaje es largo.
Duermo.
Sueño con la enredadera, observo que sus brazos crecen infinitamente, ellos sabrán adecuarse a un nuevo clima, florecerán en primavera.
A la orilla de otra playa, la buganvilia estalla en colores y aromas, la imagino en otros cielos, los que tienen el color de mi bandera, la tuya estará representada, en pequeñas flores rojas y amarillas.
No quiero despertar, esas diminutas flores nos unirán con lazos de amistad eternamente.
Quizás algún día pueda podar la enredadera, por ahora dejaré que sus ramas crezcan, tanto , que sean capaces de cruzar todas las aguas, unir todos los cielos para siempre.

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