Friday, August 08, 2008

DIOS DE LAS AGUAS






Federico Insúa era ambientalista, en el tiempo que le quedaba libre, se dedicaba a su otra pasión ,el ilusionismo.

De carácter parco, la larga cabellera y la profundidad de sus ojos negros le otorgaban misterio.

Había recorrido todo el mundo, encontró paisajes inimaginables.

La naturaleza a veces se mostraba exultante, otras enseñaba los faltantes en otros puntos del orbe.

Esa noche haría una reunión en su casa, el lugar elegido sería el sótano, los asistentes debían asistir con vestimentas blancas, sobre un pequeño escenario había posado una pantalla, en ella mostraría distintas diapositivas de los viajes realizados, al costado una calavera de ojos como rubíes igual que la boca que alguna vez había sonreído.

Acomodó una fila de pupitres para los que quisieran tomar nota de la charla, en los candelabros las velas derramaban pequeñas lágrimas de cera, en un estante había colocado flores y sahumerios.

Antes de comenzar la disertación, cortó una flor de rosa china colocándola sobre la calavera que muda asistiría al evento, el color rojo de aquella combinaba con los ojos inertes de ese testigo que presentaría a sus amigos al final de la exposición.

Pausadamente se dirigió a ellos, brevemente los introdujo en la historia, les habló de la importancia del agua para conservar las especies.

Les contó de una tierra árida, las diapositivas dejaban ver el suelo quebrado, estaba tan lastimado que podían observarse las entrañas de la tierra, allí en el medio de la nada sobrevivía una tribu, el más anciano de los habitantes le hizo saber ,que hace muchos años ese lugar había sido un paraíso, las vertientes de las mesetas eran el sitio elegido por las aguas para caer en pequeñas cascadas, los árboles crecían, entre las ramas descansaban los nidos de las aves que lo despertaban al amanecer, de a poco la mano del hombre convirtió ese espacio en un páramo.

Federico le preguntó por qué se quedaba, el anciano le respondió que allí había nacido y ahí moriría.

Antes que el ambientalista emprendiera el regreso, le regaló la calavera, en el camino le comentó que en el fondo del océano reposaba un objeto de forma indefinida, cubierto de piedras preciosas, quien lo encontrara debería subirlo a la superficie y venerarlo, de esa forma volvería el líquido elemento que permitiría la sobrevivencia de la humanidad, el nombre era Bulane, dios de las aguas.

La conferencia había concluido, el amanecer pintaba de rosados y grises el cielo, Federico decidió sumergirse quería encontrar la escultura cubierta de piedras, era necesario que todos tuvieran algo tan elemental como el agua.

Los periódicos de la mañana, daban la noticia en primera plana, el conocido ambientalista Federico Insúa estaba desaparecido.

Aún no se sabe si logró su objetivo, todos sin importar la religión que profesan, oran por su regreso.

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