Monday, August 01, 2011

RETRATO DE UNA ADOLESCENTE




No asume las diferencias.
Es una joven que como todas las de su edad acude al colegio.
Amante de la libertad no está muy de acuerdo con algunos preceptos que rigen en la escuela.
Cuando suele preguntar por ello le responden con evasivas.
Entiende que la vestimenta no hace a la persona.
Acepta las reglas de convivencia por la simple razón que allí están sus amigas.
No son muchas, los dedos de una mano alcanzarían para contar a esas hermanas que le regaló la vida.
Pocos entienden que una adolescente necesita tener momentos donde pueda desplegar alas imaginarias para volar con la imaginación.
Desplegarlas para poder colocar en ellas todos los recuerdos que la hacen sentir viva.
Hace tiempo que dividió su corazón en estantes.
El más grande será ocupado por los sueños, en otro más pequeño insertará aquellos que se han cumplido.
Sufre con el uniforme, las autoridades del colegio ignoran que con una pollera a cuadros quedarán libres las piernas para que el frío intente congelarlas.
Ha pedido audiencia con el director.
Necesita plantearle sus inquietudes que no son reclamos.
Disparará una batería de preguntas, sabe que la mayoría no tendrá respuestas sinceras en nombre de un reglamento obsoleto.
El intento vale la pena.
Desde niña le enseñaron que es un deber inalienable cumplir con sus obligaciones, también los más grandes deben respetar sus derechos.
Apura el desayuno, la madre apresa la dorada cabellera con dos moños primorosos.
Se siente ridícula.
¿Lograrán las cintas que sujetan el manto de su cabellera, ceñirle el cerebo?
Su abuela siempre repetía un viejo refrán “El hábito no hace al monje”.
Extraña a la abu, pese a la diferencia de generaciones, la comprendía, nadie habrá como ella para acariciarle la cabeza.
Nunca más sentirá el abrazo calentito que solo saben dar los abuelos.
Sus compañeros de estudio quieren nombrarla delegada de la división.
Intrépida, no acepta.
Ella sueña con un mundo de iguales, donde todos tengan las mismas oportunidades,para lograrlo no necesita disfrazarse.
Pese a las advertencias de su madre, no usará el uniforme.
Calzará un jean gastado, un buzo y una campera para atemperar el frío.
Sabe que la celadora irá corriendo a la dirección con el único propósito de desprestigiarla.
Ríe presintiendo el reto.
Guarda en el bolsillo del pantalón los moños que ajustaban su cabellera tan dorada como las
mieses del trigo que busca el calor del sol para terminar de dorarse.
Sacude el pelo, un rulo travieso juega en la frente.
El director está observando la nada.
Pilas de carpetas que firmará sin leer el contenido
Mar conoce la intención de ciertas miradas.
Rápida de reflejos lanza la primera pregunta
¿Alguna vez Usted ha consultado con un espejo el valor que puedo otorgarle a sus ojos vidriosos?
Tengo la necesidad de comunicarle que mis compañeros me han elegido como delegada.
No se preocupe, no necesito etiquetas para hacer valer mis derechos.
Usted peina canas.
Lamentablemente no son producto de la experiencia.
Entiendo que el gesto de tomarse de la barbilla significa que no tiene argumentos.
Usted proviene de una familia adinerada, pertenezco a una clase común.
Los bozales que guarda en el escritorio no podrá adaptarlos a mis sentimientos.
La perorata del respeto la conozco de memoria.
Le ruego no se gaste en palabras vacías de contenido.
Tengo algo que Usted no tiene ni tendrá nunca.
Principios, no se pagan con pesos.
He acatado todas las ordenes arcaicas que exiten en unas normas redactadas hace mucho tiempo.
Lo respeto como director del colegio, lástima que no pueda decir lo mismo cuando debo encuadrarlo en calidad de persona.
No tema.
Nadie sabrá de esta conversación.
No es temor sino por lástima.
No deseo escucharlo, no soy una joven rebelde a la que los papás mandan a la escuela más cara del distrito.
Una sugerencia, el día que Usted crezca como persona, no dudaré en escucharlo.

http://www.youtube.com/watch?v=20eeMMVLvcQ

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