Thursday, August 18, 2011

SESENTA SEGUNDOS ETERNOS




HL es un hombre de mediana edad, no importa cuántos años tiene.
Podría definirlo como un bohemio de carácter misterioso.
Es inteligente, lee todo aquello que llega a sus manos.
Puede elegir una revista deportiva o bien grandes autores del pasado.
Dostoievski, Borges,Artaud.
El destino le regaló soledad.
No la buscó, todo fue fluyendo.
Ha concluído su jornada laboral.
Con paso seguro camina hacia la casa de sus abuelos.
Ellos decidieron partir inesperadamente.
En el kiosco de siempre comprará cigarrillos.
Antonio el dueño del bar lo saluda con cariño.
Lo invita a cenar, HL prefiere un whisky.
No es cierto que el alcohol ayude a olvidar las penas.
Busca en el bolsillo de su abrigo un papel metalizado.
Aspirará con fuerza incontenible el contenido.
Llega su morada, cuando salió por la mañana la llave no hacía ruido, ese detalle lo inquieta.
Brumas espesas esconden el paisaje.
En el microondas está la cena, desiste de ella,
Atiza los leños del hogar, no hace tanto frío.
Necesita distenderse.
Sostendrá con sus manos otra copa de licor.
Elige el sillón preferido de su abuelo.
Extraña las historias que le contaban cuando era niño.
Crepitan los leños.
El reloj que porta en su mano izquierda indica la hora, faltan veinticuatro minutos para que inicie otro día.
Le duele la vista de recorrer pasajes vacíos de su vida.
Cree estar durmiendo, está en estado de vigilia.
Otra vez siente voces extrañas, risas estruendosas que parten desde las sombras.
Esas imágenes horribles ocupan sus pensamientos.
El terror se instala en su mente.
Temblando se incorpora, intenta luchar con esas figuras fantasmagóricas.
No soporta las carcajadas de esos seres que no logra identificar.
La transpiración helada recorre cada espacio de su geografía.
Las volutas del humo de su enésimo cigarrillo deforman las imágenes.
La sensación de asfixia aprisiona su cuello
El terror se apodera de su cuerpo.
Los gritos mueren en la garganta.
HL piensa que está caminado hacia la muerte.
Con las manos aprisiona las sienes, ello no traerá el olvido al miedo que ha intrusado el alma.
Respiración agitada.
El corazón cabalga en el pecho.
Si estuviera muerto no sentiría nada.
De sus ojos parecidos a dos cuencos secos brotan las lágrimas.
Las figuras que lo perturbaban se desvanecen.
El miedo le ha dado paso a la soledad.
Vuelve a consultar el reloj, solo ha pasado un minuto.
Sesenta segundos eternos en las que fue prisionero del miedo.
No tiene fuerzas para abandonar el sillón del abuelo.
Puede escuchar los sonidos del silencio.
El terror le impide conciliar el sueño.
Cree presenciar su propia muerte.
El sonido del teléfono lo trae a la realidad.
No puede asimilar que en sesenta segundos haya sentido tan cerca la muerte.


http://www.youtube.com/watch?v=jtJ2Q6rbMF8

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