Saturday, October 05, 2019

ALORÁNDOTE



Buenos días mi sol.
Duele la ausencia tan injusta como inesperada.
Duele añorarte sabiendo que nunca más podré verte.
Duele el dolor profundo que impide razonar.
Duele el alma convertida en jirones que jamás volverán a unirse.
Mis sueños tiene el arrebato propio de la desesperación.
Jamás, encontraré consuelo.
¿Cómo hace una mamá para transcurrir mil cuatrocientos noventa y ocho días sin poder dar un beso al ser que más ama en el mundo?
Me dicen loca.
Poco importa.
¿El motivo?
Transformar todo en días, horas, minutos, segundos.
¿Qué saben los necios perturbados por la necedad del amor de una mamá que ha tenido la desgracia de tener un hijo muerto?
Es fácil elaborar teorías y posibles soluciones cuando en plena alborada podés despertar a tus hijos para que concurran a sus obligaciones cotidianas.
¿Qué saben esos seres soberbios del significado del dolor para expresarse cual maestros de la impunidad?
¿Puedo contarte que la ignorancia no me produce rechazo?
Nada más trágico puede suceder en el transcurso de esta realidad de mujer rota como la protagonista de la novela de una famosa escritora francesa que he mencionado en estas conexiones, más de una vez.
No es mi deseo llevarte cuestiones donde prevalece la miseria de ciertos terrenales que para todo tienen la solución.
Son tan poco felices en su mundo de debilidades que no llegan a comprender que la muerte de un hijo no es comparable con la de una mascota que sepultaste en tu lugar preferido del jardín.
Un terrenal no es un animal, aún cuando deba reconocer que los últimos perciben el dolor, acompañando sin emitir sonido alguno.
Mi familia chiquita sabe a que refiero.
Hoy después de jornadas invernales, salió el sol.
Decidí caminar antes de comenzar este enlace.
Produce placer hacerlo cuando todo el mundo está entregado al descanso.
En esos instantes la plaza es solo para mí.
Eolo hizo de las suyas.
Sacudiendo con sus malos humores los árboles los despojó de coloridos pétalos.
No he de enojarme con el hijo de Poseidón.
El silbido que lo caracteriza transformó los senderos del predio por el cual camino en una alfombra de color rosa intenso.
Intenso como nuestro vínculo.
Nadie osará intentar disolverlo.
No pierdan tiempo, es inconmensurable, como tal perdura más allá de la eternidad.
Los trabajadores del municipio trabajan en cuadrículas que solo ellos conocen.
En los carritos que empujan las bolsas negras pronto se completan.
Han despejado el camino.
Otros continúan con la renovación de la pintura en los bancos de color blanco.
A todos y cada uno le colocan un cartel advirtiendo: “Pintura fresca”.
No permanecen en el tiempo.
Los niños traviesos los quitarán.
Ocasión para que algún terrenal distraído, ensucie sus ropas con esmalte sintético.
En la actualidad, las mamás permisivas, están conectadas al teléfono celular.
Han perdido el diálogo con sus niños.
No llegan a comprender el daño que causa la incomunicación.
No las critico.
No existe manual para criar a los hijos solo sentido común.
‘Te has dado cuenta estoy fascinada con la llegada de la beba de tu hermano de la vida?
Faltan unos meses.
Como bien imaginás, he recorrido en la red catálogos de ropa para bebas recién nacidas.
¿Será que el arribo de esa vida enciende una luz de esperanza en medio del horror?
No me retes.
Intentaré no preguntar el nombre de la niña.
Seré prudente.
Sin dudas me costará.
La llegada de la hijita de tu hermano del alma me transporta a esos mundos que antes tuve la felicidad de habitar con vos.
Esperaré.
No tengo demasiadas alternativas.
Pronto iremos con el novel futuro padre a un lugar que conocemos los dos.
De regreso quiero satisfacer un deseo.
¿Podrías ayudarme?
Sigo recorriendo los senderos de la plaza principal del municipio.
Se mezclan las fragancias.
El de las flores recién nacidas más la pintura de los bancos de color blanco inmaculado.
No siento cansancio.
El abatimiento producido por el dolor, oprime mi corazón.
Buscaré los primeros bancos.
Fueron pintados hace unos días.
Lucen impecables.
Detrás de la reja de un cantero gigante se erige la figura de un árbol de varias centurias.
Fue obsequiado al municipio por un artista, oportunamente declarado ciudadano ilustre.
El enrejado que lo protege es alto.
Pese a ello los dueños de la maldad con un elemento filoso, dejaron en el añoso tronco una consigna partidaria.
¡Insensatos!
¿No se han dado cuenta que el viejo árbol llora lágrimas verdes por su sabia herida?
¿Están desprovistos de conciencia?
¿A que debo atribuir tanta barbarie innecesaria?
Coincidirás conmigo mi amor, a vos no te gustan lesionen las plantas con tanta impunidad.
Los pájaros entonan melodías cargadas de tristeza.
¡Ese es mi lugar!
Quiero pensar que llegarás al centro de la plaza para abrazarme.
Podré sumergirme en la serenidad de tu mirada.
No dudaré en susurrarte cuanto te amo.
Las voces discordantes nunca te han gustado.
Eolo cambia de dirección.
La brisa es más fría pese a los pálidos destellos de sol.
Estoy abatida por el desamparo.
Vuelan los pétalos de las flores elevándose.
El aturdimiento es demencial.
No has llegado a mí.
¿Por qué?
Cruzaré la calle empedrada en forma de arcos.
En la parada del bus hay demasiadas personas esperando viajar.
Quiero llegar para establece estas conexiones maravillosas.
Me detengo ante el semáforo.
Cuando estoy habilitada para cruzar siento un escalofrío al escucharte gritar con fuerzas “MAMAAAAAAAAAA”
La inconciencia de un chofer lo llevó a realizar una maniobra dolosa.
Tres personas estábamos por cruzar.
Tu alarido me detuvo.
Sentí vergüenza ajena y dolor.
¿Por qué no dejaste me arrollara el bus?
¿No hubiéramos acelerado los pasos para llegar a vos?
Querido no quiero seguir habitando suelo hostil.
Ayudame, a llegar a tu lado.
¡No puedo más!
Te amo como a nadie amé.
Deberías estar aquí y yo allá.
Por favor no sigan dilatando mi viaje final.
He cumplido con todo lo que faltaba hacer.
¡Basta ya!
¿Para qué seguir?
¿Podrías liberarme?
Te amo.
Por favor nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=p73hAk4izMc&t=120s

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