Wednesday, February 08, 2012

EL HOMBRE QUE SE CREÍA SABIO






Marianela en el próximo mes tiene que presentar un trabajo que la hará acreedora a su titulo de psicóloga.
El profesor lejos de aliviarles el camino se los ha puesto complicado.
Los alumnos del último curso tienen que delinear el perfil de un hombre que se cree sabio.
A leer la consigna los asistentes quedaron perplejos ante la consigna.
De sabios conocían bastante a través de cultura general, la que se imparte en las escuelas y aquellos que uno busca por simple curiosidad.
Marianela busca biografías de distintas personalidades, todos se han destacado en determinados terrenos.
Recuerda que alguna vez sintió una pasión casi enfermiza por un pintor.
Se le estrujaba el corazón al ver los pájaros negros que alguna vez en el óleo dejó Van Gogh.
Recreaba las conversaciones que tenía con su amigo Claude Monet, palabras que no alcanzaron para alejar el destino final del eximio pintor.
Nada en el mundo modificaría un final trágico
Mientras bebía un café con el objetivo de derrotar al sueño recordó a Dante, un hombre loco de amor por Beatriz, niña a que le dedicó una de las más grandes obras de la historia universal.
Necesitaba datos de la realidad para completar la última materia.
Buscó por el lado de la música.
Freddie Mercury era su ídolo, tampoco se podía considerar sabio a un inmenso talento musical.
Escritores había muchos, Borges, Sábato, Cortázar, cada uno en su estilo se destacó, eso no los convertía en sabios sino en destacados en su métier.
Decidió descansar, no tenía fuerzas para pensar.
En sueños recordó a un personaje.
La brisa nocturna la traslado a una plaza de su ciudad.
Sin luna y sin estrellas el mundo estaba poblado de sombras.
Como un autómata caminó hasta la figura que estaba sentada en el cantero de una plaza, la de cualquier ciudad.
El olor alcohol tapaba la fragancia de las flores vestidas de rocío.
Varias botellas vacías estaban al pie de esa figura fantasmagórica.
No tuvo miedo al acercarse.
Sintió una profunda pena cuando ese ser abrumado por el alcohol, decía que era el dueño de las verdades absolutas, fundamentaba sus disquisiciones en la cantidad de libros que había leído en su vida.
Marianela sintió piedad, al escucharlo.
El viento de la madrugaba por más que lo intentaba no podía diluir los fantasmas.
Se quitó la chalina que llevaba, con cuidado arropó al hombre que parecía dormido.
Despertó por las lágrimas que bañaban su rostro.
No tenía dudas había encontrado el ser que pedía el profesor.
Era un sabio producto de la imaginación.
Marianela aprobó el examen con la nota más alta.
Ha destinado el producto de su premio a viajar tratando de encontrar a aquellos que se creen sabios con el único propósito de regresarlos a la realidad.

http://www.youtube.com/watch?v=s8wscev5gx4

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