SIN ALMA

Debe dirigirse a su interlocutor tomando todo tipo de precauciones.
Es necesario hurgar en el alma para encontrar algo que lo destaque.
Sabe que es un pasajero de las tinieblas, el único propósito que tiene es sacarlo de ese mundo irreal que ha construido y solo produce daños que tal vez no tomados a tiempo sean irreparables.
Otras veces la profesión la ha enfrentado con pacientes difíciles, no obstante un gran porcentaje trataba salir de las sombras.
En esta ocasión la consulta se llevará a cabo lejos de los sitios habituales que producen temores y preconceptos en los pacientes difíciles.
Después de buscar muchas alternativas decide una caminata.
Ningún ser humano deja de distenderse si sus pasos son a la orilla de cualquier playa.
La magnificencia del paisaje es el mejor clima para obtener relajación en aquellos que tienen la mente encadenada a viejos conceptos.
Concertarán el encuentro en una bahía.
Sitio elegido cuando se busca la soledad y el objetivo de lograr que el otro se reencuentre consigo mismo.
Los guardapolvos clásicos que utilizan los médicos a veces intimidan, perturban, provocan silencios, silencios que serán utilizados como escondite por aquellos que no anhelan mostrarse tal cual son y tienen miedo.
Miedo que los paraliza al punto tal de impedir que reconozcan sus propios errores.
Nadie es perfecto, precepto tan antiguo como la memoria.
Consulta el reloj, en poco más de media hora estará caminado con un desconocido.
En principio había rechazado la consulta, no tenía lugar en su agenda.
La historia clínica de X atrapaba, su secretaria reprogramará otras consultas.
Para el encuentro disimulará un pequeño micrófono en la flor que lucía en la chaqueta.
Media tarde.
Coloridos barcos de pescadores anclan en el puerto.
Las últimas gaviotas cargan en sus picos el alimento que llevarán a los nidos.
Cielo dibujado por el pintor más excelso.
Matices diversos semejantes a los que se hallan en las paletas de los artistas.
El encuentro es gélido, X tiene temor a mostrarse tal cual es.
Mundano, no acepta objeciones.
El humo de un cigarrillo compartido tendrá suficiente fuerza para pulverizar el supuesto hielo que los separa.
Brisa suave alejando las nubes del firmamento.
Aquella roca será la elegida para la charla.
Al principio la profesional escucha un monólogo, advierte resentimiento en cada palabra.
El trabajo será arduo, nada quedará librado al azar.
Han pasados varias horas, X está más distendido.
Se despiden, ninguno de los dos sabe si habrá otro encuentro.
En el consultorio desgrava la conversación, detiene la cinta y retrocede.
Anota detalles, se asemejan a un jeroglífico.
Pasarán varios días, el paciente no aparece.
Los años de profesión le indican que no debe buscarlo, cuando ese ser que momentáneamente ha perdido el alma encuentre que no puede emerger de la ciénaga en que ha convertido su vida, buscará la ayuda que tanto necesita.
Solo resta esperar que X asuma sus propias debilidades y de esa forma vivir una realidad sin sombras.

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