Saturday, February 25, 2017

RUMBO A TU ESTRELLA




Por distintas razones con Laura atravesamos soledades diferentes.
Desde que nos encontramos nuestros espíritus caminan de la mano para encontrar paliativo a nuestros estados de ánimo.
Posee una belleza serena, expresiva, es la mujer que cualquier terrenal quisiera tener a su lado para siempre, aún cuando el para siempre no exista en la realidad cotidiana.
Podría vivir cómodamente en cualquier lugar del mundo, prefirió no tirar por la borda el trabajo de toda una vida de su padre en el negocio inmobiliario, si bien al principio le costó esfuerzos y lágrimas seguir sin saber muy bien para qué.
Desde pequeñas a ambas nos inculcaron valores imposibles de desechar.
Entre ellos pensar en el prójimo aún cuando el mundo se mostraba hostil.
Los prejuicios de una sociedad moderna creen que una bella mujer no tiene capacidad para continuar la tarea de un padre que cimentó su fortuna desde abajo.
No le llovieron monedas de
Oro, sus cimientos comenzaron desde el principio de la humildad, como debe ser.
Nunca se consideró una mujer con la vida asegurada por haber recibido una fortuna que le hubiera permitido vivir el resto de su vida sin trabajar.
A ello antepuso otros valores, si cerraba el negocio quienes dependían del mismo quedarían a la deriva y ella más sola que nunca.
A ninguna de las dos nos interesan los objetos materiales, a todo ello anteponemos la libertad de elegir con absoluta libertad.
Anoche me llamó por teléfono pata invitarme a un paseo.
Le pregunté hacia donde iríamos, la respuesta fue que quería hacerme conocer un camino que le resultaba poco común y tenía temor de transitarlo sola pese a que estaba como si hubiera sido inaugurado horas antes.
Puntualmente me pasó a buscar.
Como me había anticipado que el sitio era solitario tome la previsión de llevar botellitas de agua mineral bien frías dado que me había comentado que hasta donde ella llegó no encontró a la vera de la ruta ningún parador.
Togó por primera vez que utilizara el cinturón de seguridad, sabe que solo lo cruzo sobre mi pecho y lo sostengo con la mano derecha en caso de algún control en el camino.
La conversación giró sobre los mismos temas de siempre.
Mi angustia eterna por haberte perdido, ella de su soledad.
Le pregunté por qué no trataba de encontrar una pareja que no solo fuera compañía sino que también supiera escucharla.
Contestó que nunca más volvería a rehacer su vida pues tenía temor que al principio todo fuera dorado y repetir con el tiempo el primer error.
Luego de atravesar un camino vecinal comienza una ruta que no indica hacia donde lleva.
En las noches estivales hasta las estrellas titilan de una manera diferente, se notan más brillantes y se ven muchas más que en las grandes ciudades ya que alejándonos de ellas no las cubre el bendito smog.
En todo el recorrido no encontramos a la vera del camino ninguna señalización que indicara en qué lugar estábamos o hacia donde nos dirigíamos.
Solo el pavimento estaba perfectamente señalizado con las típicas franjas blancas y las amarillas que para los conductores es un indicativo que deben disminuir la velocidad porque se aproxima una curva-
Después de varios kilómetros recorridos no encontramos ningún vehículo que se desplazara por la mano contraria.
La curiosidad nos hizo seguir hasta donde encontramos algo que nos diera señales de vida.
Solo escuchábamos el croar de las ranas, el canto nocturno de los grillos y la imagen de luciérnagas asemejándose a pequeñas linternas que iluminaba la noche sin luna como pidiéndole a las estrellas un poco de brillo para verse más bellas.
Transitamos por esa ruta misteriosa más de una hora.
Por fin encontramos una barrera de madera pintada con rayas rojas y blancas que indicaban el fin del sendero.
Queríamos saber qué había más allá.
Laura estacionó la camioneta sobre la banquina, tomó la previsión de dejar las luces encendidas y las puertas trabadas.
Decidimos caminar hasta donde pensáramos que no había peligro de ninguna naturaleza para dos mujeres solas que caminan del brazo por una ruta fantasmagórica sin saber hacia donde íbamos.
Nuestras almas estaban sosegadas,
Ni un instante dejé de mirar el cielo buscando tu rostro amado.
Mi amiga en silencio adivinó mis pensamientos y no emitió palabra.
Pensamos que caminamos cerca de dos kilómetros, guiadas por la luz de un cielo majestuoso y estrellado.
Sentí que desde una de esas estrellas me mirabas trayendo un poco de paz a mi alma quebrada de dolor.
De pronto encontramos un balcón con forma de abanico.
Farolas antiguas iluminabas los canteros repletos de flores como las que tanto te gustaban a vos.
Permanecimos en silencio, el espació concluía en ese sitio pues abajo las aguas de un río torrentoso pese a la noche cerrada cantaba a las piedras desgastándolas con su rumor.
No me alcanzará ka vida para agradecer ese nocturno bellísimo en medio de la nada.
Sentí que estabas allí mirándome desde la estrella más brillante.
Sentí deseos de llorar, no lo hice recordando que no te gustaba verme triste.
Una ola de confort cubrió mi espíritu.
De esa manera espero sea nuestro reencuentro definitivo, allá en la eternidad.
El camino de regreso fue en silencio.
Al llegar a casa pregunté a Laura si deseaba tomar algo.
La respuesta fue negativa, solo dijo “esta experiencia fue maravillosa, vos pudiste ver a tu hijo, a mi me servirá para sepultar recuerdos ingratos”.
Nos despedimos con un abrazo interminable.
Antes de subir a la camioneta expreso “ no olvides pedirle a tu hijo adorado que nunca olvide cuanto lo quiere su mamá,”

https://www.youtube.com/watch?v=kWI0NOOcVZM

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