Wednesday, May 17, 2017

EL COLOR DE LA TRISTEZA







Camino sin rumbo sin detener mi marcha por el sitio que los dioses griegos llamaban inframundo.
Oscuro, plagado de brumas densas que como una especie de negra neblina no permiten ver más allá que unos pocos metros.
Tengo terror a lo desconocidos, a los sonidos que estallan en mis tímpanos.
A medida que avanzo la visión es borrosa.
Tropiezo con un objeto que no puedo identificar.
La conciencia se aleja de mi ser por un tiempo que no puedo precisar.
Tiempo suficiente para que un ser sin rostro cambie mi atuendo, mi aspecto físico.
Mis sentidos o lo que queda de ellos indican que estoy flotando sobre nubes de colores claros.
Me pregunto si he perdido la vida y voy a tu encuentro.
La claridad encandila la vista,.
Continúo elevándome.
La sensación no puede ser placentera.
Intuyo que voy a tu encuentro para poder verte de cerca y fundirme en un abrazo eterno como antes.
Mientras se produce el ascenso viene a mi memoria el recuerdo de Perséfone, bella doncella griega heredera de Zeus y Deméter. Codiciada por varios dioses del Olimpo llevaba una vida plácida.
Junto a otras ninfas recogía flores para llevar a los templos de la antigua Grecia.
En uno de esos paseos es raptada por Jades quien la convierte en su esposa, obligándola a comer seis semillas de granada para retenerla junto a él.
Su consorte la ha convertido en reina de la tristeza.
Su madre al no encontrarla le pide a Zeus que la rescate, no acepta que su hija se haya perdido.
Como Deméter tampoco acepto no aceptaré mientras viva tu ausencia temprana que ha convertido mi corazón en jirones sangrante que jamás van a cicatrizar.
Puedo afirmar sin temor a equivocarme que en este suceso inexpiable que me tocó vivir que los colores de la tristeza son oscuros, misteriosos con pequeños hilos rojos parecidos a la sangre que mana del corazón de cualquier madre que haya perdido a un hijo.
Se pueden visualizar pequeños destellos de luz.
Es fácil adivinar que son los que emitís para mí cada vez que con frecuencia me ves caer.
Entiendo que sigo transitando suelo terrenal porque a vos te gustaría ver por un segundo a esa mamá que conociste.
Juntos hasta la eternidad volveríamos a recrear los momentos compartidos que no fueron pocos.
Soñarte es mi único anhelo.
Estar a tu lado mi derrotero.
Darte un beso como antes sería volver a incorporar a mi léxico la palabra que no puedo pronunciar pues no soy feliz.
No quiero ser injusta con mi familia chiquita.
Sabés que me contienen brindándome palabras de aliento.
Las lágrimas desaparecen cuando siento que me abrazan con fuerza sincera.
Estuve en sueños, mientras buscaba los colores de la tristeza a punto de ingresar en tu hábitat.
Comprendo que no es el momento que solo conoce el Señor de los Cielos.
Por ahora le pido no perder la capacidad de tener en mis sueños.
Ambos sabemos que debemos esperar.
Mientras espero mi momento te ruego que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=ezr4eCuQ5C8

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