Wednesday, March 21, 2018

TERCER OTOÑO SIN VOS






Mi único tesoro, como habrás observado desde tu hábitat, ayer muy temprano concurrí a mi cita con el cardiólogo.
Tengo la certeza que ninguno de los dos esperábamos el diagnóstico.
No quiero que te preocupes, sabés que en ocasiones la soledad no es motivo para dejar de cuidarse.
Mi única prioridad es que en el momento que se produzca nuestro reencuentro puedas ver a la mamá que tuviste siempre.
Dejaré de lado la mochila de las enfermedades, las tengo en cuenta pero no me obsesiono con ellas.
Siempre fui una mujer sana.
Las sorpresitas fueron apareciendo traídas de la mano por la ingratitud de la soledad.
Aún cuando esté en desventaja pues aparecieron en tropel dedicaré todo mi empeño para derrotarlas con la inestimable ayuda de la ciencia.
Esto que hoy intenta ser una perturbación, no llegará a ese estadio.
Nada me vencerá.
Cuento con tu apoyo celestial, el de los amigos que heredé de vos y mi familia choquita.
Ayer vino a visitarme B.
Lo extrañaba.
Toda la charla giró en torno a vos.
Ninguno puede creer en tu partida prematura. Podría afirmar que fue violenta por las condiciones en que se dio.
Ningún terrenal con conciencia puede pensar que un estado aparentemente gripal termine en la muerte del ser que más se ama en la vida.
Te traje a ella para que disfrutaras, vivieras hasta despedir a sus mayores como es ley natural entre los terrenales.
No fue así en quince días, la vida se me cayó encima.
Necesité seguir remando por el río vital sin saber muy bien para qué y por qué.
Soy rebelde desde que tengo recuerdos.
En este caso a la rebeldía se suma la impotencia de no poder haber hecho un poco más para que siguieras a m lado.
Sabés que en mis fueros íntimos no me conforma pensar que Dios o quien te arrancó de mi lado para que con tu luminosidad ayudaras a encender las estrellas.
Mis musas a veces piensan por mí.
Hubiera preferido la oscuridad eterna y saber que extendiendo la mano podía acariciarte.
Decirte cuanto te amo, darte un beso.
Mi cuelo ha comenzado el otoño en el hemisferio sur.
Las primeras hojas han empezado a cubrir as veredas.
Me gusta escucharlas crujir najo mis pisadas.
Evoco tus preguntas de niño ¿Por qué se caen las hojas má?
N te conformaba cualquier respuesta.
Solo aceptabas las que estuvieran bien argumentadas.
Me pasa igual cuando me pregunto ¿Por qué viviste tan poco?
Los hijos no deben morir.
Ni el mío n el de nadie.
Deben esperar el viaje final de sus mamás.
Pocas veces se tiene lo que se desea con el alma.
Mientras viva no voy asumir que te fuiste.
Prefiero pensar que en una de tus clásicas travesuras estás escondido y pronto aparecerás.
Te amo luz de mi existencia por ello te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=LhxE-JPJ0-U

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