Monday, June 11, 2007

EL RINCON DE LOS POETAS

Y por causa del retraso se me ocurrió mirar un foro, palabra que desconocía ya que nunca había ingresado a dejar nada en ninguno de ellos.
Esto sucedió en algún instante de mi vida, no voy a decir cuando, es irrelevante.
Sin embargo puedo contarles que se trataba de una casa grande, con ventanas orientadas a los jardines que la rodeaban, esos que en los anocheceres del estío permitían que las flores se disfrazaran con gotas de rocío.
Esa mansión enclavada en un sitio solitario pero lleno de vida no tenía puertas.
Nadie podía explicarme el motivo de esa rareza para mi está acostumbrada a vivir entre rejas y candados.
Antigua vivienda para situarla en algún lugar determinado, las paredes eran blancas, allí enmarcadas estaban las pinturas de famosos artistas.
Los techos cóncavos me acercaban al lugar que nunca había imaginado, ser parte del universo.
La biblioteca tenía infinidad de libros, estaban encuadernados con tapas de mil colores.
Tomé uno al azar, las hojas eran finas iguales a la escritura que había en ellas.
Pese a que estaba sola me sentí acompañada por la lectura, a través de ella fuí protagonista de tantas aventuras.
En cuestión de horas había recorrido todos los mares del mundo, veía salir el sol que teñía las aguas con distintos matices, subí y bajé escaleras que me llevaban más cerca del cielo.
Caballeros atildados se preparaban para bailar con las estrellas, otros tomaban sus escudos para defender a sus reinas.
La brisa otoñal a veces se convertía en furioso viento hasta rugir como un león enjaulado.
Sin embargo decidí quedarme en ese lugar encantado, no temía a nada.
En ese sitio no se marcaba el tiempo, no era necesario, los sueños no tienen vencimiento.
No podría decir cuánto tiempo pasé en el lugar, las sensaciones eran agradables.
Me gustaba la idea de viajar en esa cápsula con forma de pluma, no era las que tienen los ángeles ni tampoco las que visten los pájaros, eran las que permitían a los poetas expresarse.
Observé el crepúsculo por la ventana, me recordaba a los cuadros que adornaban las paredes.
Era hora de regresar al mundo real, atrás había quedado un pedacito de mi alma.
Prometí volver a ese lugar encantado cada vez que pudiera, me gustaba estar allí, aún cuando a veces hubiera rostros serios, la mayoría de los duendes de la casa esgrimían una sonrisa, esos eran una caricia para el alma.
Cuidadosamente dejé el libro de finas hojas en su lugar, había llegado la hora de partir, en ese instante comprendí la ausencia de puertas, había estado sin saberlo en el rincón de los poetas.

1 comment:

Sol said...

Hermoso lo que haz escrito!!. Te felicito, es como un viaje diferente conociendo otros mundos.. que quizás están.. allí. Inmersos en nuestra alma. Saludos.