Sunday, September 16, 2007

EL ÚLTIMO VIAJE

Leming llegó al amanecer en un crucero a la provincia más austral del mundo.
Los remolcadores acercaban la embarcación a la costa, el mar tranquilo, no podía describir el color de sus aguas, abstraído miraba el cielo teñido de morados hasta terminar en colores rosados, en la inmensidad pensaba que la vida había sido pródiga al traerlo a estas latitudes.
Había visto todo, creía que nada lo sorprendería, al llegar a la costa cientos de gaviotas sobrevolaban las aguas, nunca había imaginado tanta belleza en un lugar tan lejano.
Camino al hotel observaba pequeños copos de nieve que se posaban en los árboles, temerosos de quemar los brotes que asomaban a la vida en primavera.
Descartó el hotel optando por un departamento cercano a la Bahía del Encanto un lugar bellísimo, donde las olas rompían entre las piedras.
Los veleros se mecían, toda la belleza estaba frente a él, luego del almuerzo decidió dirigirse a la estación del tren de trocha angosta.La cascada de la Macarena majestuosa cantaba entre las rocas, filmaba el paisaje, su máquina digital capturaba todo, erguidos bosques de lengas saludaban a los viajeros, extrañas flores en forma de plumerillos era un estallido de colores, ante la mirada atenta de los visitantes.
El viaje en tren fué confortable, no se podía pedir más hermosura a la naturaleza, allí estaba condensado todo, el gris negruzco de la turba contrastaba con los picos nevados.
Llegaron a destino, el objetivo era visitar la cárcel del fin del mundo, supo de mil historias, los viejos calderos descansaban con sus bocas abiertas para abrigar el lugar.
Se detuvo frente a una celda prolijamente conservada, una manta gris cubría un camastro sencillo, debajo de ella, escondidos los sueños que habían perdurado a través de los años.
Allí se había alojado un hombre que había matado por amor y celos a su pareja, a miles de kilómetros la historia se repetía.
Leming huía de sus recuerdos, no hacía demasiado tiempo el había terminado con Liz de la misma forma.
Regresó a la propiedad que lo albergaba, estaba tenso, una sombra lo acompañaba, creyó que era el cansancio del viaje, optó por descansar.
En la mullida cama la sombra tomó forma corpórea, sentía el calor de caricias lejanas,creía saborear antiguos besos,sus manos recorrían una silueta, abrazos cálidos determinaban la unión de los cuerpos.
¿Estaría soñando?
Por la mañana lo encontraron tendido en el suelo, un hilo de sangre salía de su boca inerte, Liz sonreía.
Los investigadores no encontraron armas, era inexplicable lo sucedido.
Los forenses indicaron que Leming había muerto de un disparo en la cabeza, no había otras señales.
En la habitación que ocupaba los investigadores solo sintieron la fragancia de un perfume de mujer, el visitante había regresado con su amor eterno.

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