DOS LUNAS

Los paisajes montañosos tienen una belleza especial, en cualquier época del año los cerros en sus cúspides están coronados por nieves eternas tan eternas como la pena de la protagonista de esta historia.
Brisa es una adolescente, nacida en el seno de una familia poderosa ello no significaba para la niña comodidad ni futuro.
Los mejores colegios albergaron su niñez, niñez que marcaría su vida.
Antes de cumplir los diez años el padre vendió todas sus empresas para integrar una secta, no le importaban los derechos de los niños sino su propia satisfacción personal.
La cuantiosa fortuna le permitió en poco tiempo presidir ese ámbito tan extraño.
Tenía dinero suficiente para comprar voluntades, pensamientos, lentamente subvertía los valores.
El festejo del décimo cumpleaños de la pequeña fue raro, no tenía a sus amigos de antaño, se sentía incómoda al compartir con seres desconocidos.
Pese a todos los inconvenientes aceptó la fiesta, era incapaz de decirle no a quien le diera la vida.
Para la ocasión luciría un vestido de color rosa , marcaba la cintura una faja de un tono más oscuro, pequeñas flores bordadas sobre las alforzas.
Los lazos atados en la espalda asemejaban las alas de un ángel, alas que no desplegaría jamás.
Los hechos se sucedieron en forma vertiginosa, en medio de la reunión el progenitor la apartó cuando comenzaba a disfrutar de los manjares servidos en una mesa a la que no le faltaban exquisiteces, ornamentada con muñecos acordes a la edad de la chiquita.
El horror diría presente, junto a varios amigos su propio padre la violó.
No solo recibió heridas corporales, las de la mente nadie jamás las podría borrar.
Brisa pudo escapar del infierno con la ayuda de los médicos y personal del hospital.
Hoy la joven tiene diez y siete años, ha pasado su niñez o lo que quedaba de ella recluida en las montañas.
Los padres adoptivos nunca pudieron lograr quitar de su mirada perdida el terror.
El vocabulario es acotado, monocorde, falto de expresión.
Tiene pasión por la pintura, en todas sus obras pinta paisajes.
Es virtuosa con los pinceles, pocos entienden por qué siempre agrega en las telas dos lunas.
Recibe asistencia médica para fortalecer el espíritu mancillado hace siete años.
Tiene cierta afinidad con la psicóloga que la asiste, a ella le contará que siempre pinta dos lunas, brillantes, majestuosas, se pueden percibir aún en la claridad.
Le confiará sus miedos, las dudas, los sueños que desearía cumplir y jamás logrará.
En más de una ocasión se la ve acunando una muñeca, el bebé que no será real.
El llanto la lleva a decir que si en el cielo hubiera estado esa segunda luna que pinta en sus cuadros, ella sería una mujer feliz.

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