Cielo diáfano acompañando al sol eterno.
Siluetas dorándose bajo sus rayos.
Almorzarán en un restó de la playa.
La vista es impresionante, en el exterior las palmeras se balancean al compás de la brisa.
En el interior, flores contenidas en los macetones ubicados debajo de las ventanas panorámicas.
El aire acondicionado se va graduando de manera tal que no produzca cambios bruscos de temperatura.
Mientras disfrutan aperitivos y jugos, el maitre les acerca el menú, adjunta una propaganda de un espectáculo que se llevará a cabo esa noche.
Los abuelos optan por quedarse con los nietos.
Alquilarán películas, aún cuando saben que el cansancio los vencerá antes de terminar de verlas.
Han disfrutado del paseo en motos de agua, las risas se escuchaban desde la playa.
Una de las parejas debe regresar a su lugar de origen por compromisos contraídos con anterioridad.
Nada mejor que despedirse con una salida nocturna.
Ellas vestirán de blanco, típico color del estío, una sostendrá su larga melena con flores recién cortadas, la otra las prenderá en la cintura.
Los hombres optaron por clásicas bermudas, camisas entreabiertas permitirán mostrar los torsos bronceados.
Ojotas y sandalias de cuero de taco bajo completarán el atuendo.
El hotel Lagoa do Cohelo está ubicado a pocas cuadras del piso que ocupa la familia.
Cubrirán el trayecto caminando.
Noche perfecta para disfrutar.
El rocío comienza a vestir con esferas transparentes los pétalos de las flores intensificando las fragancias.
Mar oscuro, solo deja ver la cresta espumosa de las olas antes de morir en la arena.Luna gigante, estrellas encendidas, brillo semejante al fulgor de la mirada de los enamorados.
Tres escalones los separan de la primera sorpresa.
El piso del salón es una mezcla de acrílico y vidrio, iluminado a giorno permite ver la cantidad de especies que nadan alegremente en su hábitat.
Mesas cubiertas con manteles, ornamentadas con flores y velas.
Mientras degustan las exquisiteces del lugar los matrimonios tratan de adivinar dónde está la pista de patinaje.
Concluída la velada el dueño del hotel agradece en diferentes idiomas a los turistas que han decidido visitar ese lugar.
Lenta e imperceptiblemente el salón va girando, detrás de pesados cortinados está la pista.
Cada comensal será homenajeado por los artistas, dependiendo de sus lugares de origen.
Los primeros patinadores forman pareja para comenzar los homenajes.
No se puede describir con palabras la destreza de los participantes.
Los aplausos se repiten.
En la pista quedan las señales de los patines, mujeres bellísimas dejan círculos perfectos en el hielo.
La figura principal es recibida con aplausos, a todos les extraña que no la acompañe un patinador.
Las luces bajan su intensidad.
Potentes reflectores la seguirán a ella.
Vestido cortito de color negro, deja adivinar sus formas.
La mirada de la patinadora luce como las estrellas en las noches de pleno invierno.
Los primeros acordes sensibilizarán a los protagonistas de este relato.
Artista perfecta en sus giros y equilibrio, pareciera que tuviera alas en los pies, hace piruetas que son el regocijo de los presentes.
La Cumparsita se escucha aún más bella, imposible detener las emociones.
Brotan las lágrimas ante tanta excelencia.
Nina ha desplegado su arte, ha sentido cada acorde como si fuera porteña.
Agradece a los presentes, cuenta que nació en la bella Roma.
El destino la llevó a conocer el mundo, eligió con su esposo ese lugar cálido para establecerse
El ya no está, sabe que cada noche su corazón recibe la aprobación y el amor de siempre.
El escenario se inunda de flores para despedir a una gran mujer.
http://manneli.com/movies/Cumparsita.html
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