Monday, June 04, 2012

HISTORIA DE UNA PRENDA







Laboriosas manos me crearon.
A medida que avanzaba el trabajo tomaba forma, la definitiva la encontraría cuando me luciera quien sería mi dueño.
Soy una Campera de lana de color negro, moderna con cremallera y bolsillos.
El sonido de las agujas chocando entre sí, era música sublime, estaba adquiriendo vida.
Desde el principio supe que sería una prenda para lucir en invierno.
Mi aspecto es suave al tacto.
Concluida la tarea me llevaron a un taller pequeño, allí me colocarían las terminaciones y el cierre.
Sentí calor en el momento que me cubrieron con una bolsa de polietileno, calor que soporté estoicamente hasta llegar al sitio donde sería exhibida.
El sitio alfombrado con percheros alineados me trajo tranquilidad, por fin estaría en una posición cómoda.
No duré mucho tiempo enseguida me adquirieron.
¿Te preguntarás que tiene de novedosa una campera de lana negra?
Para enterarte deberás conocer mi historia.
No soy perfecta, si, original, clásica, pueden utilizarme en cualquier horario, un accesorio cambia mi aspecto.
Me concibieron celosa, prefería que me luzcan sola, como un abrigo diferente.
Sentí una mezcla de placer y agradecimiento cuando apareció quien sería mi compañero, entre muchas otras prendas había optado por mí.
Aún cuando no lo creas mi corazón de lana palpitó cuando ese muchacho de mirada profunda quiso probarme.
Le susurré al oído que tuviera cuidado con la cremallera.
Al vernos reflejados en las imágenes del espejo las sensaciones fueron inexplicables.
Abrazaba a ese ser desconocido, exigente.
Miraba los detalles externos estoy segura que si hubiera encontrado una mínima falla no me hubiera llevado.
No tuve miedo que faltaran unos meses para que me estrenara, paciente esperé los primeros fríos.
El primer día fue inolvidable, recibí muchos elogios, no solo se debía a mi textura y forma sino al cuerpo de quien la portaba.
Acariciar los brazos de mi dueño, el pecho fuerte, quedarían en mi esencia para siempre.
Debo reconocer que jamás fui olvidada en el respaldo de una silla o en la butaca del acompañante del auto.
Disfrutábamos juntos todos los episodios que otorga la vida.
El tiempo cálido era mi enemigo acérrimo me privaban de los abrazos, el contacto con su piel.
El tiempo ha pasado inexorable, pese a que soy clásica y me adecuo a cualquier época sé que llegará el momento en que debamos despedirnos.
Tengo un único deseo, no quiero que me descarte.
He vivido a su lado momentos únicos, inolvidables, fui testigo de risas y llantos.
Hoy le voy a decir que disfruté al ser su compañera, le pediré me utilice solo en su casa, que acuda a mi cuando tenga frío, no necesito ser mostrada, me conformo si decide no regalarme, quiero estar con él para siempre.


http://www.youtube.com/watch?v=nuaVgJFbOBs&feature=related

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