IGUALES Y DIFERENTES

En este lugar del planeta el tiempo generalmente es frío, ventoso, tanto que puede llevar los pensamientos.
En ocasiones ha sido generoso y ha llevado los míos a tu lado, otras está tan furioso que impide concretar cualquier sueño por pequeño que sea.
Debo reconocer que ayer por fin decidió descansar.
Pese a la baja temperatura, el lago majestuoso de aguas tan azules como profundas parecía sumido en un enorme sopor.
Estaba tan quieto que parecía un espejo donde las almas se pueden mirar.
Siempre había tenido curiosidad por saber que había en la otra orilla, orilla de un mundo desconocido que estaba dispuesta a explorar.
Supe por teléfono que mi amiga del alma abrigaba la misma intención.
En pocos minutos nos encontraríamos en su casa, propiedad salida de un cuento, ladrillos a la vista, techos de color verde donde la nieve juega como si fuera un tobogán.
Atravesé el cuidado jardín, pese a las últimas nevadas los ciclamen regalaban coloridos matices, el esfuerzo de cubrirlos todas las noches ofrecía el resultado que ambas disfrutábamos, margaritas silvestres crecen entre el césped ralo, la blancura de sus pétalos no se queman con los copos de nieve, el centro amarillo se parece al sol.
La curiosidad acotó los tiempos, el fondo de la casa limita con las orillas del lago azul
Paisaje de gran belleza, una pequeña embarcación nos llevaría al sitio que queríamos conocer.
Un camino de lengas desnudas nos mostraba el corazón color canela, algunas cortezas se despegaban como frágiles láminas del tronco dispuestas a volar.
El bote amarrado en el pequeño muelle de madera noble nos esperaba, a un costado un árbol de frutos rojos insinuantes ofrecía sabor y color.
Comenzaba una aventura incomparable, la naturaleza se manifestaba en todo su esplendor.
La lancha cortaba las olas, gaviotas con las alas desplegadas formando una escuadra perfecta nos custodió un buen tramo del cruce del lago.
De pronto el paisaje cambió, rocas desgastadas por el ir y venir del agua formaban figuras extrañas, el mejor escultor no podía haber logrado semejante belleza.
Por un instante tuvimos temor, la brisa monótona comenzaba a silbar.
Un árbol que alguna vez tuvo vida ofició como amarre de la pequeña embarcación.
El viejo faro vestido de escarlata y blanco sería testigo de nuestra aventura.
Al caminar una y otra vez chocábamos con el silencio y la soledad., entendimos que ese era el lugar preciso en el que ambos habían decidido morar o morir.
Ante nuestra mirada conmovida encontramos el sepulcro de la naturaleza, solo escuchábamos el sonido del agua, la voz ronca del viento que no se animaba a gritar.
El crepúsculo pintó de púrpuras y violetas el cielo invernal, detrás, el sol obsequiaba los últimos colores anaranjados, era hora de regresar a la vida de la pequeña ciudad.
Imposible reprimir las lágrimas de despedida ante tanta quietud.
Llegamos a nuestra orilla en el mundo presas de sentimientos encontrados, nuestra orilla era pródiga en paisajes majestuosos.
Les aseguro que duele el alma visitar la casa donde moran o mueren el silencio y la soledad.

http://www.youtube.com/watch?v=rCGgyiMjP…