Monday, April 23, 2018

TUS ESTRELLAS, MI DESVELO






Un día como hoy de agosto de dos mil quince viajaste con vida a otra institución sanatorial persiguiendo una quimera.
Ambos compartíamos el sueño que se produjera un milagro que pudiera sanar tu enfermedad.
La otra cara de la moneda nos mostraba la realidad.
Lamentablemente desde antes sabíamos el triste final no buscado.
Tenía ganas de dejar que mis lágrimas salieran del presidio en el que las había encerrado.
Me prometí no derramar una sola lágrima para no acrecentar tu tristeza.
En el camino te contaba historias que al día de hoy no entiendo como nacieron.
La ídea era arrancarte una sonrisa.
Como de costumbre el viaje lo hicimos tomados de la mano.
Badie podía separarnos.
Recuerdo que era una noche helada.
El cielo no tenía una sola nube que pudiera opacar la infinita belleza de una noche amarga como la hiel ofreciendo un espectáculo casi sobre natural.
El firmamento se vistió de gala.
Preludio de tu paso a otra dimensión.
Cuentos de estrellas titilaban como brillantes diseminados sobre un colorido paño que del azul profundo podía tener pinceladas rosadas.
Agradecí tener otro tema para conversar.
Quería que creyeras que todo estaba bien, cuando los dos conocíamos que el panorama lejos estaba de ser así.
Instalados en la habitación me preguntaste ¿Cuánto hace que no dormís mami?
Te respondía que era un detalle que no tenía importancia, expresé que dormía cuando lo hacías vos.
Una mentira que ninguno de los dos creyó pero preferimos callar.
Hoy que el tiempo pasa de manera inexorable, profundizando el dolor de la ausencia, te busco entre las estrellas.
Quisiera ser como Raquel, el personaje bíblico que había perdido a su hijo.
Con su bravura viajó en una carroza de cristal en búsqueda de su heredero.
Lo encontró al sur de la constelación que lleva ese nombre, al Oeste de Orión, trayéndolo a la vida terrenal.
No he tenido la suerte de aquella, por ello todas las noches miro el cielo estrellado tratando de ver la figura de tu bello rostro entre las estrellas.
Sé que estás allí esperándome.
Tesoro mío te quiero.
El tiempo no escucha mis pedidos.
Es sordo ante mis ruegos que no son pocos.
Sabe que quiero estar con vos.
Seguiré esperando que recuerde tiene que llevarme al lugar donde estás.
Te pido me esperes y nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=Qrshx8BUDjk

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