Saturday, February 24, 2007

EL VALLE DE LA LUNA

Es un páramo poblado de figuras volcánicas de diferentes formas que se yerguen apuntando hacia el universo.
Marcia se dirigió a ése sitio con un grupo de geólogos, debían buscar el origen de su formación.
Para tal efecto consiguieron los permisos adecuados para proseguir su investigación.
Llevaron a lugareños que los guiarían hasta las entrañas de ésas formaciones fantasmagóricas.
Todos sabían que no podrían recoger muestras de ninguna especie, sin embargo los poros de las piedras cautivaron a la geóloga.
La tierra era árida, solo crecía en el suelo una gramilla de diminutas flores amarillas.
Al caer la tarde cuando el sol se escondía detrás de las cumbres, las estrellas no alcanzaban a alumbrar el camino.
El frío se sentía pese a que estaban en temporada estival, lejos del grupo, nuestra especialista no pudo resistirse al instinto de llevarse una pequeña piedra.
Ya en su hotel, dejó la mochila sobre un sillón, antes de sumergirse en un baño que aliviara el cansancio, corrió las cortinas de su habitación, para sentir la brisa de una noche de verano y dejar que penetrara el perfume de las flores del parque que comenzaban a cerrar sus pétalos en una sinfonía de perfumes y colores.
Envuelta en una bata cubrió sus cabellos dorados como el sol con una toalla, un rulo travieso jugaba en su frente.
Mientras esperaba la cena tomó una copa, sentada en un mullido sofá jugaba con los almohadones.
Sacó la piedra de su bolso, era gris , parecía dañada.
El sueño la venció, apareció Vulcano para contarle la historia del parque pétreo.
Hace muchos años seres de otro planeta habían elegido ese lugar para establecerse, erigieron sus casas con restos de piedras fosilizadas que habían traído en sus naves.
Por las noches los alumbraba la luz de la luna o se guiaban con la luz de los ojos rojos de las lechuzas, únicas aves que se animaban a vivir en ese lugar desolado, el viento y la curiosidad del hombre los alejaron.
El sueño de Marcia era profundo, las imágenes del pasado anidaban en su mente.
Vulcano la admiraba, desató su bata, quitó la toalla que cubría sus cabellos , éstos como una dorada cascada cubrían su espalda.
El instinto entró en escena, besó sus ojos, buscó su boca, recorrió como un sabio su silueta, la hizo suya, juntos vibraron enamorados en ese espacio sin tiempo.
El viento con su silbido despertó a la joven geóloga, no entendía porque su cuerpo estaba desnudo, no recordaba.
Decidió no volver a Ischigualasto, no necesitaba investigar más, en una noche la realidad se había materializado, sintió que se había transformado en mujer en los brazos de un alienígena, tuvo todo, caricias , sensaciones, amor.
Hoy mira el cielo sabe que muy lejos desde una estrella Vulcano guía su vida.
No quiere violar el espacio que alguna vez habitaron otros hombres, apasionada vive con sus recuerdos.

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