Saturday, April 21, 2007

EN EL FONDO DEL OCÉANO

Con tanto conocimiento enloqueció al punto tal que decidió sumergirse en el océano.
El sol recién comenzaba a iluminar la playa, desde lo alto sonreía dejaba que la espuma de las olas dibujara la arena.
Vestida con su traje de neoprene acomodó en su gorro los rulos, quería olvidarse del paisaje que tantas veces había compartido.
Lentamente se introdujo en las aguas, a medida que caminaba le parecía que flotaba, como tantas veces lo había sentido solo al tomar la mano de su ser amado, idénticos escalofríos recorrían su cuerpo.
El silbido del viento agitaba el espejo de agua.
Mientras descendía el mar se tornaba más oscuro, conservaba su transparencia , ella sentía frío.
Ajustó la entrada de oxígeno.
De pronto ante sus ojos apareció el verde de las algas, en sinfonía abrazaban la pequeña silueta hasta sentir cierta presión que le recordó los besos que habían muerto en su boca por no haberlos dado, las caricias que se desvanecían por no encontrar a quien prodigarlas.
Estaba sola ante la inmensidad, en las profundidades del mar y ante un camino incierto.Había descendido tanto que sus pies descalzos tocaban la arena, más allá un banco de corales regalaba sus tonos rojos, parecido al fuego que había sentido al lado de ese hombre que hoy se presentaba distante, más parecido a una sombra que al ser que tanto amaba.
Asombrada con su linterna iluminaba ése espacio profundo, de una cueva salió una sirena, vestida con escamas luminosas le dio la bienvenida.
A ella pudo contarle de sus pesares en la tierra, no quería volver y encontrarse con la soledad la misma que había lacerado hasta dejar en llagas un corazón apasionado.
Su pretensión era olvidar casi todo, estaba segura que jamás arrancaría de su mente la mirada de ese hombre, tampoco borraría ese abrazo interminable que no concluyó en un beso.
La sirena le propuso un trato para borrar sus dolores, solo le permitiría quedarse con un recuerdo, ella asintió y guardo solo uno, a cambio debía permanecer para siempre en el fondo del mar, ambas se harían compañía.
En la superficie ninguna de las dos tenía quien con amor sentido las esperara.

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