Monday, April 09, 2007

LA NIÑA Y LOS DELFINES

Valeria es una hermosa niña,sus cabellos son dorados como las espigas del trigo, los ojos tienen el azul del cielo pero su mirada es triste.
Hace unos años Valeria hacía exhibiciones de natación en el club cercano a la casa que compartía con sus padres y hermanitos.
Esa tarde estaba ansiosa, de otros clubes vendrían a admirar su destreza.
Sobre el trampolín daba pequeños saltos, el público se agolpaba para verla volar como un pájaro que terminaría su carrera deslizándose en el agua.
Esa tarde de competencia había logrado ganar tres medallas doradas que orgullosa lucía sobre su pecho.
Le pidió a la madre permiso para ir al kiosco del club, estaba tan contenta que no vio que un automóvil salía del estacionamiento.
Largos días en el hospital la mantuvieron inmóvil, el diagnóstico de los médicos no daba muchas esperanzas, el golpe en la columna había sido fuerte, no necesitaba operación pero la rehabilitación sería larga, y la niña debería superar los miedos.
Valeria concurría a la escuela en una silla de ruedas que la limitaba en sus juegos, se había convertido en una niña triste, su mirada no irradiaba luz.
Un verano sus papás para animarla decidieron llevarla a conocer un acuario.
En la platea estaban esperando el espectáculo, la silla de ruedas fue acercada al estanque de aguas azules donde los delfines comenzaban a realizar sus piruetas.
Un de ellos de nombre Cacán, nadaba cerca de Valeria, erguía su cuerpo para realizar remolinos en el agua.
Era la primera vez en mucho tiempo que se escuchaba la sonora carajada de la niña.
La instructora que conocía del accidente de ella, de un baldecito sacó un pececito para premiar a Cancán y lo puso en manos de la pequeña.
A medida que transcurría el tiempo, la niña se acercaba más al delfín, de a poco iba alejando los temores, ahora le acariciaba la cabeza.
En ese instante la instructora decidió invitarla a dar un paseo sobre el lomo de Cancán, ella iría detrás para sostenerla.
Paseaban por el estanque, el agua formaba pequeñas olas, Valería reía abrazada al delfín.
En ese momento la instructora lentamente se desliza hacia el agua, la pequeña estaba tomada de la aleta del noble animal, sin darse cuenta comenzó a mover sus piernas, cuando Cancán la lleva al borde del estanque todos asombrados ven como Valeria caminando se acerca a sus padres.
El delfín había logrado el milagro.
Así como ellos ayudan a los niños que a veces tienen dificultades nosotros debemos cuidar a esta especie para que no se extinga, de esa forma Ustedes y ellos disfrutarán mutuamente.

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