Thursday, March 27, 2008

ENTRE SUEÑOS Y UTOPÍAS

Mientras trataba de poner mi lámpara nueva, decidí dejar la tarea para otro momento.
Aún los rayos de sol ingresaban por la ventana, corrí el cortinado para observar el baile de las olas, parecían gigantes de espuma que acariciaban las rocas.
La playa estaba desierta, hacía frío, suspendería mi diaria caminata e intentaría garabatear un cuento.
Mis musas habían salido acompañadas por la brisa fuerte, el lugar estaba impregnado de silencio y paz.
Dejé la historia para otro momento no podía torturar a mis lectores con mi falta de inspiración.
La lámpara descansaba sobre la mesa, encendí los leños, en pocas horas el resto de mi familia estaría en casa, cómodos, después de una larga jornada de trabajo.
Mis hijos reían con sus juegos, encendí la televisión, las imágenes me mostraban un mundo violento, todos peleaban contra todos, las rutas estaban obstruidas por miles de vehículos, pensé en las historias de cada uno de ellos, en sus seres queridos temerosos al ver tanta violencia.
En los pequeños que necesitaban reunirse con sus papás y darle un abrazo después de días de no verlos.
Todo eso me producía dolor, cientos de micrófonos buscaban una sola palabra para transmitir, acuerdo, concordia.
¿Es tan difícil de lograr?.
Apagué el televisor, mis pequeños me acompañaban con el canto alegre de sus risas, o la melodía que habían aprendido recientemente en la escuela.
Vivíamos felices, pero era imposible abstraerse de la realidad que golpea, intenté sumarme a los juegos de los pequeños.
Armábamos torres, allí en ese mundo de la niñez, todos tendrían vivienda, acceso a lo más elemental que requiere el ser humano.
El crepúsculo teñía todo de púrpura, en pocos instantes asomaría la luna, le pedí a mi hija mayor que me sostuviera la escalera, aún no había cambiado la lámpara.
Mientras lo hacía vi reflejada en ella los campos de trigo, no eran dorados, la tristeza los había convertido en gris, los girasoles miraban al suelo, otra vez la incomprensión hacía aparecer los sentimientos que a veces abrigan los seres humanos.
Bajé de la escalera, mi hija subió la escalera corriendo, quería continuar jugando con sus hermanos.
Probé la lámpara, el comedor se inundó de luz blanca, pedí un deseo, que esa luz que iluminaba mi casa, llegara a todos los que tienen poder para que de una vez lograran un acuerdo beneficioso para todos.
Mi mamá cuando era pequeña me dijo que si uno piensa fuerte en algo que desea, se cumple.
Cierro los ojos para pensar con más fuerza, no quiero evadirme de la realidad que golpea.
Sé que entre sueños y utopías, puede renacer la paz verdadera.

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