Friday, March 14, 2008

LAS LLAVES DE CRISTAL

Marcia estaba a punto de culminar un viaje.
Esta vez su profesión la había llevado a la selva africana.
En la mochila guardaba todas las muestras que posteriormente serían analizadas.
Debía caminar bastante para llegar al caserío donde se alojaban los descendientes de una tribu milenaria.
En un claro del bosque se levantaban varias chozas, en la madera de las paredes estaban dibujados los signos que identificaban a las familias y su jerarquía.
Cerca del lago de aguas turquesas estaba ubicada la vivienda del jefe de la tribu.
Un caminito de flores cuidadas precedían la entrada, la humedad del lugar las mantenía erguidas, el sol abrazador no las había alcanzado.
Miraba el paisaje, pocas veces había visto un lugar tan bello, allí la naturaleza aún no había sido destruida por las manos del hombre, en la otra orilla del lago como en un dibujo, aparecían los cerros cubiertos de vegetación, los picos parecían acariciar el cielo, otros se reflejaban en el espejo de agua.
Abstraída por la belleza del paisaje no percibió que el jefe de la tribu, sonriente se acercaba a ella.
Era un hombre relativamente joven, cubría su cuerpo con una sencilla túnica blanca.
Marcia explicó el motivo de su visita lo hizo en inglés, grande fué su sorpresa cuando el hombre le contestó en perfecto castellano, eso aliviaría su tarea.
Entraron en la choza, él la invitó a sentarse sobre una esterilla, allí bebieron jugos de frutos del lugar.
La conversación se desarrolló en tono amistoso, a tal punto que Él le preguntó a qué se debía la tristeza que por instantes nublaba la mirada de la muchacha.
Le contó su historia brevemente.
Conmovido por las palabras de la bella joven buscó en una especie de armario una caja de madera, al abrirla encontró un manojo de llaves de cristal.
Sorprendida, le preguntó para qué servían esas llaves, imaginaba que al introducirla en la cerradura, las llaves se quebrarían.
Sonriendo el jefe de la tribu le explicó que esas llaves mantendrían siempre las puertas abiertas, agregó que así estaría protegida, aún cuando las entradas de su casa estuvieran abiertas.
Observando el rostro de Marcia, decidió contarle un secreto milenario.
Todas las puertas deben permanecer abiertas, no tengas miedo, solo entrarán a tu casa las personas que tengan sentimientos.
Marcia preguntó, para que querría un llavero tan especial, con sabiduría el hombre le contestó.
Las llaves de cristal te permitirán abrir las puertas de la felicidad, con ellas accederás al corazón de quien te ame sinceramente, aquel que sepa valorar tus condiciones, con estas llaves podrás entrar a un corazón limpio, libre y despojado de miserias.

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