Saturday, March 22, 2008

VUELO EN PARAPENTE

Por esas cosas de la historia, hoy es feriado en mi patria.
Para explicarles la historias a mis tres pequeños hijos y aprovechando que están de visita los abuelos, con mi marido volaremos en parapente.
Para mí será un vuelo de bautismo, estoy ansiosa, partiremos desde el cerro Olivia, cercano a mi casa, pese al frío en la ladera la vegetación se conserva, puedo ver los pequeños arbolitos que van del verde al azul, pasando por los otros matices.
En el puesto de gendarmería dejamos nuestros documentos, mientras llenan las planillas observo los canteros, ciclamen multicolores desafían el frío.
Me despido con un beso y abrazo ,de el amor de mi vida, nos encontraremos después de esta experiencia.
Estoy abrigada, pese a ello me colocan una especie de funda que me llega a las axilas, es para protegerme, me río, parezco un gusano aún cuando quiera ser crisálida.
El ascenso es tranquilo, el viento favorable, me calzan un arnés una cuerda lo sujeta al cuerpo del instructor.
A la cuenta de tres comenzaremos a volar, debo pensar cómo contarles a mis pequeños la historia que no conocen, para ello debo ser realista, no sembrar en mis hijos sed de venganza, si que aprendan a respetar ese pedacito de historia tan nuestra despojado de miserias que lo envilecen.
El cielo azul, contrasta con el color naranja de mi parapente, estoy tranquila, protegen mis ojos una especie de antiparras contra el viento.
No puedo evitar las lágrimas, en un promontorio rodeado de orquídeas y luces de estrellas, erguida una casa de cristal contiene a dos figuras, conversan animadamente.
Le pido al instructor sobrevolar a menos altitud, mientras desciendo la luz es más fuerte que la del sol, mis amigos que decidieron partir con diferencias de seis meses, están allí conversando.
No hay duda son ellos, Dios les eligió ese espacio para convertirlos en ángeles que serán mis custodios permanentes.
Una lágrima viaja hacia los cristales de la casa, con ella va mi recuerdo.
Estamos de regreso, en casa nos espera la familia con chocolate caliente.
Por ahora decidimos no contarles a nuestros hijos la historia ocurrida hace treinta y dos años, optamos por decirles, de la partida de dos amigos, que decidieron precedernos en el camino de la vida, para sembararla con rosas y luces pedidas a los destellos que emana la luna.
A ellos dos un recuerdo eterno.

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