Tuesday, April 08, 2008

CELULARES Y TORMENTAS

Se cortó la luz en el momento que ella estaba leyendo un mail de una persona a la que había aprendido a querer a través de sus textos.
Afuera la noche solo recibía el brillo de los relámpagos que como saetas cruzaban el cielo.
El grito de un trueno hizo vibrar las ventanas de la casa.
Esa noche no podría observar el mar oscuro, solo la espuma mostraba su caricia a los acantilados.
Buscó en su bolso, allí estaba el celular, rogaba que aún tuviera batería, con la luz de la pantalla iluminó la escalera, las nenas descansaban en sus cuartos, parecían dos muñecas, solo se veían sobre la almohada los cabellos desordenados, las besó suavemente para no despertarlas.
Al ingresar al dormitorio del varoncito, tropezó con un juguete, la habitación era un caos, mañana habría tiempo de arreglarlo.
Augusto había luchado con las sábanas, sonriendo lo tapó con la dulzura que nace en el centro del corazón de las madres.
Bajó las persianas para que el impacto del viento no fuera tan fuerte, Elvio había viajado solo por unas horas, mañana estarían nuevamente reunidos en casa.
Estaba sola con los niños.
No tenía sueño.
Recordaba cada una de las palabras del correo electrónico de su amiga, algunas denotaban enojo, un malentendido casi termina con una amistad de años.
La tormenta había cesado, la costanera otra vez estaba iluminada, probó las llaves de luz, el suministro de energía se restablecía de a poco.
Se consumían los últimos leños, observando las chispas que se producían en la salamandra, se recriminó no guardar los correos más viejos.
Se iluminó su mente, en el directorio del pequeño móvil estaba el número de Andrea, el instinto le indicó que debía llamarla.
Al escuchar su voz todas las emociones se apoderaron de su cuerpo.
Juntas aclararon todos los inconvenientes que habían dado lugar algunas frases inconexas.
Era la primera vez que escuchaba su voz, pausada, serena, luego de aclaraciones varias, hablaron de la vida, los hijos, los afectos.
En un momento se escuchó el sonido del silencio, no quería que la conversación terminara.
Andrea la sacó una vez más del apuro, se mostró cariñosa y firme.
A partir de ahora, no eliminaría los mail de su amiga del alma, se despidieron con un hasta pronto.
Quiera Dios que el destino las una, en algún lugar, Andrea con su magia logró que mi celular funcionara.
Prometo llamarte pronto, para decirte que con tu simpleza lograste ocupar una parte de mi alma.
Gracias por estar siempre.

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